viernes, 22 de abril de 2005

Metafísica de los tubos, de Amélie Nothomb


Métaphysique des tubes, 2000
Anagrama - Panorama de narrativas 493
143 páginas
13 €

Argumento:

Dios relata los tres primeros años de su existencia.

Comentario:

En esta novela Nothomb relata sus tres primeros años de vida y, como siempre que escribe autobiografía, en la fotografía de la portada aparece ella, en esta ocasión con su hermana mayor, Juliette. 

Según explica en una parte del relato, los japoneses tratan a sus bebés como pequeños dioses más o menos hasta los tres años: Rápidamente me di cuenta de que mi edad me confería un estatus especial. En el país del Sol Naciente, desde el nacimiento hasta el parvulario inclusive, uno es Dios... Yo era un Okosana: una honorable excelencia infantil, un señor niño.

En esta historia Nothomb establece un claro paralelismo entre ella misma, Dios y Jesús, y consigue hacerlo perfectamente creíble utilizando un par de escenas que acercan a la vida de Jesucristo y la suya.

Después de llegar a los dos años y medio en estado de tubo, la pequeña Amélie despierta al mundo por obra y gracia de un "milagro" propiciado por su abuela que le descubre el sentido de la vida, el placer.

Desde ese momento comienza a observarlo todo con mirada prudente, irónica, midiendo cada paso que da (oculta a su familia que sabe hablar y les regala sus primeras palabras en etapas fríamente meditadas), pensando sobre la vida y la muerte, el mar, aprende a leer sola...

También a esa edad decide ser japonesa, mostrando el profundo amor que siente hacia un país que no es el suyo, lo que, en parte, parece basarse en la adoración que le muestra su aya: Nishio-san se prosterna cuando aparece, le da la comida de su plato, la adora: y entre unos padres que la trataban igual que a los demás y una aya que la divinizaba no había duda. Sería japonesa.

Aunque puede hablar en los dos idiomas y para ella no hay diferencias entre ellos, decide lanzarse a hablar en japonés, comunicándose así con su adorada Nishio-san (y con sus fieles), gracias a la cual descubre algunos de los grandes temas de la vida, como la pérdida, en contraposición con Kashima-san, una japonesa aristocrática y amargada que culpa a los occidentales de todo lo que ha sido malo en su vida.

Parece difícil, pero en esos seis meses de su vida, Amèlie aprende mucho de lo que necesita para desenvolverse en la vida, y lo expresa con su habitual crudeza e ingenio, rematando una obra autobiográfica conmovedora y a ratos sorprendente.

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