sábado, 19 de abril de 2008

El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón

 El juego del ángel
Carlos Ruiz Zafón
Editorial Planeta
668 páginas




Argumento:

David Martín es un joven que trabaja en un diario de Barcelona. Cuando empieza a publicar una serie de folletines alcanza un gran éxito, pero eso no lo llevará al éxito personal. Su vida cambia cuando visita la biblioteca de los Libros Olvidados, de manos de su amigo el librero Sempere, y recoge de allí un ejemplar de Lux Aeterna, novela escrita por un tal D.M.

Comentario (CON SPOILERS DE ESTE LIBRO Y DE LA SOMBRA DEL VIENTO, QUIEN AVISA NO ES TRAIDOR:

Es difícil comentar esta novela sin tener en mente el super mega éxito anterior de Carlos Ruiz Zafón, "La sombra del viento", especialmente por la cantidad de puntos comunes que tienen ambas obras.

La primera impresión que produce "El Juego del Angel" es que se trata de una obra más elaborada, con mejor prosa (aunque hay metáforas, estas son más mesuradas, más acordes con lo narrado, más elegantes), con unos diálogos llenos de ingenio y con cierta dosis de humor. No obstante, sigue insistiendo en sus descripciones de amaneceres, que se repiten con cierta frecuencia al inicio de muchos capítulos, creando una sensación de ya visto, que también ocurre con las apariciones del inspector y sus dos gorilas, casi siempre narradas de la misma forma (David llega a su casa y allí está el inspector con el cigarrillo en la boca, esperándolo).

La estructura es similar a la de la "Sombra del viento": un protagonista joven y culto, amante de los libros, que visita la biblioteca de los Libros Olvidados y recoge de allí una historia escrita por alguien del pasado que tiene una cierta relación con él, y que al tiempo que desgrana su propio drama y sufre un desengaño amoroso, trata de desentrañar el del antiguo autor, yendo y viniendo por ambientes tétricos, entrevistando a personas que conocieron al susodicho, etc, etc. En este caso, sin embargo, el vínculo entre ambos personajes es mucho más intenso. Y como en el otro, el autor, que se creía muerto ¡está vivo!

Zafón es un escritor decimonónico en pleno siglo XXI. Se nota no solo en sus argumentos sino también en las situaciones o escenas en las que coloca a los personajes, que parecen como de película de terror o de novela gótica o relato de Edgar Allan Poe. Así de buenas a primeras recuerdo la improbable escena de la muerte de Cristina, digna de película de Roger Corman (se rompe el hielo sobre el que camina con los pies desnudos y ensangrentados y luego este se cierra sobre ella, mientras el protagonista la ve ahogarse a través del hielo) o la lucha final entre David y el inspector, en un teleférico (esto me ha recordado a Hitchcock, así como el tema del "falso culpable" perseguido por todas partes). Pero no es lo único, mansiones tétricas y en ruinas, cementerios, panteones, incendios pavorosos, falsos muros que dejan tras de sí habitaciones secretas, espiritismo... En fin, todo un compendio de lugares comunes del romanticismo más exacerbado que convertirán el relato en bastante inverosímil (o muy inverosímil) de no ser porque el autor, astutamente, deja la puerta abierta a la subjetividad de la narración en primera persona, que nos hace dudar sobre si lo que acontece al personaje son realidades o fantasías suyas (yo opto por esto último: el epílogo fechado en 1945 así lo da a entender). Así pues la historia puede funcionar en dos vertientes: como relato fantástico o como relato de una locura delirante. Lo que en una novela realista podríamos censurar, como lo absurdo de ciertas situaciones (que David siempre se cite con su patrón en lugares lúgubres, inclusive cementerios; que descubra que está relacionado con otros crímenes y no le pregunte nada al respecto cuando lo ve, etc, etc) aquí se justifica apelando a esa doble condición del relato, que podría tener también una triple lectura como homenaje al folletín (no hay que olvidar que David se hace famoso escribiendo novelas de ese estilo, bajo seudónimo, aunque aspira a hacer una novela "buena" con su verdadero nombre)

La novela se me ha hecho algo larga. Creo que muchos diálogos y situaciones se eternizan, sobre todo por el afán descriptivo, y que el autor no usa la elipsis narrativa todo lo que debería (por ejemplo, contar cómo va a comprar billetes a la estación para mí no es necesario). Ya he comentado la excesiva artificialidad de la trama, ampliada con la siembra de cadáveres que va dejando el protagonista cada vez que visita a alguien... Pero como decía más arriba, es imposible considerar esto un error si hablamos de un relato subjetivo. Otra cosa curiosa es lo cultos e ingeniosos que son todos los personajes; hasta los adolescentes parecen superdotados.

Entre lo más destacable está la relación de David y su joven "aprendiz de escritora" Isabella, sostenida a base de largos diálogos salpicados de un ingenio inusual (y más en una chica de 17 años); y la entrañable descripción que hace de la librería Sempere y de sus dueños (que tienen relación con la Sombra del Viento); y algunas descripciones muy visuales, amén de las "claves" simbólicas que salpican la obra, como ese broche con el ángel, las alusiones a Lucifer (ángel caído), etc, etc.

En resumen, un libro que gustará a los amantes del misterio y de las historias folletinescas, mucho mejor escrito que otros bestsellers aunque de precio excesivo (¡casi 25 euros!), y un poco visto en su argumento. Casi se podría decir que el autor se autoplagia. Y nos espera más de lo mismo. Según he leído por ahí, esta es la segunda de una tetralogía ambientada en Barcelona y que tiene por leit motiv el famoso Cementerio de Libros Olvidados...

Zafón
 
Zafón: el amor a los libros impregna toda su obra

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sábado, 5 de abril de 2008

El libro de Nobac, de Federico Fernández Giordano

libro de Nobac El libro de Nobac
Federico Fernández Giordando
Editorial Minotauro (Premio Minotauro 2008)
270 páginas


Argumento

El escritor de encargo Edgar Pym y la periodista Lisa Lynch reciben la invitación de un tal señor Valdemar para ir a su casa y contarles su historia extraordinaria: posee un libro con la curiosa característica de que narra su vida y cada día  se escribe solo. Valdemar está a punto de morir y quiere que ellos transmitan su relato al mundo.

Comentario


Comparado con el premio Minotauro del año pasado (Gothika, de Clara Tahoces) El Libro de Nobac gana por goleada, tanto en la originalidad de la propuesta como en los recursos utilizados para desarrollarla como en la ambición que se esconde tras las páginas de la novela.

Lo primero que sorprende es una prosa bastante retórica, recargada y con intención de estilo, llena de palabras inusuales, que nos construye, en los primeros capítulos un sinnúmero de largas descripciones tanto de lugares como de pensamientos o deseos del personaje principal, Edgar, tan prolijos que a veces sientes la tentación de... saltártelos, pues intuyes que no son relevantes para trama. Las descripciones incluyen detallados recuentos de las acciones de los personajes en escenas banales (por ejemplo, nos detalla cómo conduce Lisa en cierto episodio, etc), y sobre todo un regodeo en la insatisfacción de Edgar como autor condenado a escribir bajo seudónimo y por encargo, que sin embargo, alberga el deseo de escribir una gran obra propia con su nombre. Eso nos lo repite varias veces, así como lo desordenada que tiene la casa, y lo caótico de su modus vivendi, con un agente literario con el que va de bares y a buscar mujeres y poco más (parece algo poco creíble en un agente literario; por otro lado ¿tienen agente los escritores por encargo?)

Lógicamente, el personaje más descrito es Edgar, hasta tal punto es así que en muchas ocasiones, como la historia está contada desde su punto de vista casi en su totalidad, da la impresión de estar escrita en primera persona. De Lisa apenas sabemos nada, excepto que es muy bella, claro (y que está ahí para que el prota tenga con ella algún escarceo erótico). Está tan superficialmente descrita que no parece personaje principal. Incluso el personaje de Rudolf, que la acompaña secretamente, tiene mayor relevancia; y también el señor Valdemar.

Será que he leido mucho o que me fijo mucho, pero ya casi desde el principio adiviné más o menos el secreto del libro que se escribía a sí mismo. Sobre este particular, aunque el libro sea más bien tirando a previsible, hay que agradecer al autor y valorar su honestidad, pues a lo largo de la narración da pistas que nos conducen a corroborar nuestras primeras impresiones, como que Lisa haga notar lo curioso que resulta que tanto Edgar Pym como Valdemar sean nombres que remiten a relatos de Poe, y otros detalles relativos a Rudolf, misterioso acompañante de Lisa, del cual ella dice que es incapaz de resistirse a sus órdenes sin saber por qué... Por no mencionar los paralelismos de la vida de Valdemar y Edgar (se nos mencionan las Vidas Paralelas de Plutarco, para mayor inri). También es bastante sospechoso que no sepamos en que lugar transcurre la acción, pues no hay indicaciones geográficas claras (la única, Viena, a donde viajan los protagonistas en busca de noticias de Nobac, el misterioso profesor desaparecido). A veces, por los nombres y la falta de ambientación diríase que estamos en un país "imaginario" o un espacio imaginario o decorado mejor dicho. Estas circunstancias van preparando el terreno para la esperada revelación.

Y es que en esta novela hay mucho simbolismo y claves encubiertas, como el hecho de que cuando los personajes toman conciencia del secreto empiezan a desmaterializarse; también hay referencias simbólicas a los laberintos y bastantes citas de libros o alusiones a películas o música, que demuestran un cierto bagaje cultural en el autor y una ambición que es de agradecer en estos tiempos light (aunque algunos, los que no entiendan las referencias, lo llamarían "pedante")

Sin embargo, el desarrollo de la trama me ha parecido algo forzado (como que avanzaba a trompicones, sin apurar hasta las últimas consecuencias el misterio, pero eso sí, creando cierta intriga) y el final, algo confuso y enmarañado, de tal forma que aunque sabemos más o menos lo que pasa, nos quedan ciertas dudas sobre ciertas acciones, en especial la que Nobac obliga a hacer a Edgar. El autor deja mucho lugar a las interpretaciones y a la fantasía, cosa que es bastante interesante al huir del explicativismo tan de moda, aunque quizás no es suficientemente efectivo en el planteamiento de ese final.

En resumen, un libro con un inicio muy descriptivo, con más ambición que efectividad, buenas ideas (aunque no del todo originales) que quizás  hubieran quedado mejor en un relato que en una novela, y una prosa retórica que echará para atrás a los lectores acostumbrados a "fantasía" tipo Dragonlance...


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