viernes, 26 de septiembre de 2008

Cómo desaparecer por completo y no ser encontrado jamás, de Sara Nickerson


How to Disappear Completely and Never Be Found, 2002
Editorial: SM
Colección: El Barco de Vapor, 168
Traducción: José Calvo
300 páginas
7,25 €

Argumento:

Margaret y su hermana Sophie viajan con su madre hasta una casa en ruinas para ponerla a la venta. Margaret encuentra en su interior un paquete dirigido a su madre, Lizzie, cuyo contenido la lleva a iniciar una investigación sobre hechos sucedidos años atrás.

Comentario (con Spoilers):

La historia está narrada desde diferentes estilos y puntos de vista. La mayor parte se cuenta en primera persona en voz de Margaret, y se alterna con breves capítulos protagonizados por Boyd, un niño que vive en la casa junto a la deshabitada, las páginas de un cómic de un autor desconocido y las intervenciones puntuales de alguien que se identifica como el editor.

La elección de tan variados puntos de vista no parece al azar. El relato de Margaret consigue la identificación con el personaje y lo que le sucede, el de Boyd sirve para incrementar el misterio que ella investiga, el cómic para crear intriga y expectativa, pues adelanta lo que va a suceder, y el del editor/bibliotecario para informar de hechos que suceden en otros lugares y, como los anteriores, para potenciar las dosis de intriga y tensión de la trama.

La novela tiene abundantes diálogos directos y naturales y descripciones de lugares y ambientes muy visuales que proporcionan una sensación de credibilidad tanto respecto a la situación familiar (el comienzo en el coche donde Lizzie viaja con sus hijas ajena a su presencia y negándose a responder sus insistentes preguntas o el capítulo dedicado a la rutina familiar de los fines de semana) como en los paisajes en los que se desarrolla la acción (el recorrido de Margaret por el interior de la mansión, la huida de la muchacha y Boyd a través del bosque...)

Relatada en un tono adulto, la autora huye de cualquier condescendencia hacia la edad de sus lectores y se decanta por una prosa en la que abundan tanto la utilización de vocabulario de cierta complejidad como un estilo de narrar en el que los hechos se sobreentienden sin recurrir a dar explicaciones sobre lo que cuenta, y siente, Margaret o una gran diversidad de temas que se desarrollan con eficacia.

Se tratan varios ejemplos de desconexión con la realidad: Lizzie aún de luto por la pérdida de su marido, Margaret y su nueva amiga Tina Louisa apartadas de la vida social del colegio, Boyd viviendo a través de los cómics de Ratt, Sophie empeñada en terminar su puzzle más grande del mundo, el propio Ratt encerrado con la basura que intenta convertir en cosas útiles...

También se incide en el trauma de Ratt y su sentimiento de culpa (ese ahogado fantasma que persigue al superhéroe protagonista del cómic) que evoluciona hacia la necesidad de castigo y explicación para alcanzar la redención en una intensa y vívida escena en medio del lago (símbolo de las emociones y del comienzo y final de su drama) que reúne a los personajes y sirve para que resuelvan algunos de sus conflictos, como el miedo de Boyd al agua, el misterio en el pasado familiar de las protagonistas o la relación entre madre e hijas.

Además se sugiere que todas las personas y sus vidas tienen igual importancia e interés utilizando esa biblioteca que se abre en el pueblo donde reside Boyd, y en la que sólo se encuentran obras escritas por gente anónima sobre todo tipo de temas, o la intervención del editor/bibliotecario cuando relata lo que le ocurre a Sophie mientras Margaret está investigando la casa y explica cómo la niña es ajena a que su hermana (quien también menciona sus dudas sobre quién protagoniza la novela y cómo y dónde comenzó todo) sea la protagonista de la historia, pues para ella el tema principal es que se ha quedado sola cuidando de su madre. 

En resumen, una obra sobre personas y sentimientos, sobre redención, amor, amistad y literatura, con una conclusión más optimista que ideal, mejor escrita, más profunda y compleja que muchas de las que se publican en la actualidad, independientemente del género, la edad del público a quien se dirigen o la nacionalidad de sus autores.

En la contraportada de la novela, publicada en una colección para adolescentes, se sugiere la lectura a partir de los 12 años. Y así es, se puede leer, y disfrutar, a cualquier edad.


*** T ***


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