domingo, 17 de enero de 2010

Vampyr, de Carolina Andújar

 Vampyr
Carolina Andujar
Editorial Mosaico (Norma)
504 páginas


Argumento:

Una nueva chica se incorpora al internado, y nada más verla, Martina sabe que no tiene buenas intenciones. Tal y como había sospechado, se trata de una vampyr, una criatura que bebe sangre, y que, lamentablemente, va a por ella. Pronto, empiezan a ocurrir misteriosos ataques, y a circular el rumor de que anda rondando un extraño jinete...


Comentario:


Lo primero que destacaría es que la novela, narrada en primera persona, está muy bien redactada. La prosa es fluida, natural y correcta, con un buen vocabulario, y cierta soltura en los diálogos. La autora sabe escribir, y sabe cómo contar lo que quiere contar. Me ha sorprendido que sea tan joven, y ya tenga esta capacidad narrativa, este potencial. Eso sí, a veces se regodea y alarga las escenas y los diálogos de una forma desmesurada. No conoce la elipsis ni el resumen. Podría decirse, pues, que es la típica novela primeriza donde aún no dominas la técnica (las elipsis y eso, que los personajes hablan por los codos, algunos detalles ingenuos, etc..), pero al tiempo tiene la frescura de la juventud.

Lo segundo, que todo en ella remite a novelas y relatos góticos, pero de los de verdad, los del siglo XIX. y es que por el estilo y por la trama parece algo anacrónica, no lo digo peyorativamente, sino solo a título de descripción. Es decir, tiene todos los ingredientes de una novela decimonónica de estilo romántico: ambiente dominado por la religión, chicas algo inexpertas desde el punto de vista amoroso-sexual (cosa lógica a finales de ese siglo), internados remotos, situados en viejos castillos rodeados por montañas, tormentas, desconocidos que intervienen para salvar a la heroína in extremis, malvados muy malos, herencias inesperadas, bodas desgraciadas, leyendas, gitanos con tormentosas historias a cuestas, etc.

El libro recuerda un poco a Drácula, y también mezcla a personajes reales asociados con el vampirismo, como la condesa Bathory. Es, dicho en una palabra, un folletín del XIX. Y a mí, la verdad, me gusta más este estilo deliberadamente anacrónico que los vampiros de diseño de hoy en día. Pero eso va en gustos, supongo.

Eso conlleva por ejemplo que algunos pasajes, sobre todo el principio me hayan hecho reir, por la ingenuidad de las protagonistas, o tal vez por la forma de narrarlo la autora, llena de un sutil sentido del humor. Hay, como en los folletines de toda la vida, casualidades (casi todos los personajes tienen una relación con los vampyrs, etc) y golpes de fortuna, que, sin embargo, y esto hay que valorarlo, están en su mayor parte justificados y explicados de forma convincente, lo cual denota una planificación eficiente.

La ambientación es buena, y eso creo que es uno de los puntos fuertes de la novela, junto con su prosa y su potencial narrativo. La acción se desarrolla en lugares reales de Europa, como Suiza, París, Hungría, etc, sin embargo, la autora reinventa estos lugares de modo que crea un mundo propio y coherente, donde todos los elementos resultan creíbles, incluso los más fantásticos. Es nuestro mundo, pero al tiempo no lo es (los vampiros no son vampiros sino vampyrs, utiliza leyendas propias). Un punto de auténtico escritor, un rasgo de arte literario.

Aunque hay algunas gotas de romance, este no es meloso ni agobiante, sino que se mantiene en su justo punto, en especial el de la protagonista y el de su amiga.

Otro rasgo clásico es que recurre al menos en dos ocasiones a intercalar historias de otros personajes en la trama, alguna de ellas un poco larga. Mención especial a la última, donde uno de los personajes narra o explica lo que ha pasado anteriormente pero desde su punto de vista. Como en muchas novelas góticas del género se intercalan cartas y fragmentos de diarios, que permiten conocer lo sucedido a otros personajes.

En cuanto a los personajes, resulta muy interesante la narradora protagonista, Martina, una chica independiente, inteligente, bondadosa y llena de virtudes, capaz de manipular las situaciones a su favor, de humillar a los malos, valiente, y nada interesada en el matrimonio. También destaca su amiga íntima, Carmen, burlona y erudita en temas esotéricos, y, por supuesto, la mala malísima, Susana Strossner, que atesora todos los vicios y maldades, pero que tiene cierta ironía en su trato con los demás (sus divertidos diálogos con la criada, al principio, donde la amenaza y asusta). Los vampyr son presentados como criaturas amenazadoras, viciosas, ansiosas de inmortalidad y eterna juventud, malolientes, caprichosas, satánicas casi, sin escrúpulos morales, muy vengativos, etc, ningún parecido con Crepúsculo y similares.

En cuanto a la estructura, empieza muy bien, se mantiene el interés a lo largo del nudo, pero creo que baja un poco al final, y este resulta un poco... no sé cómo decir, porque es el final que encaja en la obra, y sin embargo.... hay algo en él que no me convence del todo. Supongo que la historia intercalada que va justo antes del desenlace es un poco anticlimática, por exceso de páginas, y cuando llegas al término, parece que has perdido algo de fuelle.

De todas formas, la valoración general es muy buena.

Lo llamativo de la novela es la revisión que hace del género gótico en estado puro, la ambientación, la visión de los vampiros como seres repugnantes y realmente malvados. Y sobre todo la recuperación del elemento religioso que está presente en toda la obra de principio a fin y que además, es lo que le da sentido. A mí no me ha chocado al estar ambientado en los años setenta y ochenta del XIX, pero se ve mucho maniqueismo tradicional del Bien y del Mal. Los malos, las malas en concreto, atesoran todos los vicios, incluso sexuales... Bueno, también me hizo gracia, y se me había olvidado comentarlo, como "barre para su casa" la autora, al hacer apología nada encubierta de su profesión de homeópata,

La novela ganaría mucho con menos páginas sobre todo de la mitad hacia el final, (las historias intercaladas más cortas) aunque a mí me ha gustado; hacía mucho que no disfrutaba de un libro, de tener ganas de leer para volver a introducirme en ese universo recreado con la fuerza de la pluma. La autora crea un mundo propio, y se ve que aunque homenajea al género con situaciones y personajes reconocibles y conocidos, no copia ni plagia, no vampiriza a otros autores, hace su propia historia e inventa las reglas de su creación, y eso es un grán merito. El homenaje que reinventa, no el que repite escenas.

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