martes, 12 de julio de 2011

El carcelero de Isbiliya, de Arlette Geneve


El Carcelero de Isbiliya
Editorial: Planeta
Colección: Booket
368 páginas
8,95 €
Ebook: 7,99 €

Argumento:

 El musulmán Yibrail se lleva a la cristiana Rosalía a su casa para que le enseñe cómo es el Dios de los cristianos…

 Comentario:

La novela comienza con un prólogo en el que Alma está al borde de un acantilado para suicidarse. La autora alterna descripciones del lugar con otras de los pensamientos y emociones de la mujer, mostrando cómo le afecta ese lugar, e incluye reflexiones necesariamente vagas sobre lo que la impulsa hacerlo, intentando crear expectativa sin revelar demasiado de lo que se intuye será relevante para explicar el odio que siente su hijo, Yibrail, protagonista de la historia, hacia los cristianos.

Quizá la manera en que está relatado, con una redacción en la que abundan los adjetivos, los adverbios acabados en –mente  y un tono pretendidamente poético y un tanto melodramático, puede perjudicar a lo que se cuenta, restándole dramatismo por exageración. Este tono afecta también a otras escenas posteriores.

Aunque la ambientación "histórica" parece correcta (a quien le interese la época tal vez pueda decirlo), con inclusión de hechos y personajes que realmente existieron, pasajes de batallas y palabras en árabe (Isbiliya es Sevilla, etc), se incluyen términos utilizados por los personajes y frases hechas actuales en la voz narradora:

“—¡Mostráis debilidad con vuestra empatía!
Abu Ya'qub levantó los ojos con la sorpresa pintada en ellos. Yibrail mostraba siempre su desacuerdo sin morderse la lengua; la franqueza era algo habitual en él, pero aun así, Abu no pudo ocultar un destello de desaprobación en su mirada por sus palabras impulsivas, sin embargo, era incapaz de olvidar que le debía la vida.” (Página 18)

“—Por un centímetro sigo teniendo la cabeza sobre los hombros.” (Página 200)

“Roland podía ser para ella como agua de mayo, pero sentía sus sentimientos cercenados por el odio y la apatía.” (Página 229)

(¿En 1195 se hablaba de empatía? ¿Se medía la longitud en centímetros?)

Si a eso, que quizá no es todo incorrecto, aunque sí puede resultar chocante o sacar de situación, se le suma el hecho de que la protagonista, Rosalía, haya sido criada de forma poco convencional, la novela resulta la habitual mezcla curiosa de ambientación histórica y comportamientos actuales.

Además, tras leer "La promesa del Highlander" se diría que el esquema básico de ambas novelas es casi idéntico:

- Una joven heredera que se ve "obligada" a convivir con un hombre en la tierra de él, enfrentándose a nuevas costumbres en casi su única compañía.

- Un hombre (Kerien en una, Yibrail/Gabriel en la otra) atormentado por un pasado del que responsabiliza a una mujer al que ella “curará”.

- Un equívoco originado por algo que él hace a un familiar de ella y que, no se sabe bien porqué, no se aclara hasta muchas páginas después.

- El regreso de ella sola a su hogar, para administrarlo, secretamente embarazada de él...
- Más líos en distinto grado de credibilidad, aclaración y final feliz.

Así, aunque la autora resuelve algunas de las situaciones de distinta forma, puede quedar una sensación de ya leído.

La creación de personajes (psicología, motivaciones…) es bastante sencilla, se limita casi exclusivamente a los protagonistas y no se aprovecha el potencial de unas premisas en principio atractivas como es la pertenencia de Yibrail a dos mundos (musulmán y cristiano), la forma en que la coacciona para que acepte enseñarle cómo es el Dios cristiano o incluso, antes, que la primera vez que se ven ella vista de hombre.

También se perciben algunas incongruencias, desde que ella sepa que él es conocido como el Ángel Negro (“… era el mejor y más despiadado oficial de su ejército, y no respondía ante nadie. Nada podía hacerle doblar la rodilla o quebrar su fuerza; se mantenía completamente apartado de todos por propia voluntad. Esa circunstancia había forjado un fiero guerrero carente de compasión.”) y un par de páginas después le pregunte si es un soldado o que ese pasado (como las “clases de religión” que se limitan a una breve conversación) no sea recordado ni tenga relevancia en su relación posterior o en el cambio que se produce en él al enamorarse de ella, algo resuelto de forma demasiado simple y superficial.

Si a esto se le añade que en el tercio final de la obra la autora  enfrenta a los protagonistas a situaciones repetitivas (un malentendido tras otro que se enredan de forma artificiosa cuando sería más lógico hablar), hace que uno de los personajes actúe de forma inesperada (Amed) para resolver cierta situación sin muchas complicaciones, el poco provecho que se le saca a premisas en principio interesantes (el odio que siente él hacia los cristianos, su brutal pasado como Ángel Negro o el interés en conocer la religión cristiana) o la sensación de haber leído ya la novela…


*** T ***


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