viernes, 4 de mayo de 2012

Historia de dos ciudades, de Charles Dickens


Historia de dos ciudades
Charles Dickens
A Tale of Two Cities
edición Ebook



Argumento

En los tiempos turbulentos anteriores a la Revolución Francesa dos hombres de gran parecido físico se enamoran de la dulce Lucie Manette, hija del doctor Manette, un hombre que pasó largo tiempo preso en la Bastilla por culpa de un malvado aristócrata. La llegada de la Revolución pondrá a prueba el valor y el honor de ambos.


Comentario

Esta obra no es una novela histórica pese a narrar hechos enmarcados en los sucesos de la Revolución Francesa, anteriores a Dickens. Más bien se trata de una historia sobre el sacrificio y la redención, en unos términos casi heroicos, y muy apoyada en un sentido fatalista de la existencia. El Destino, por ende, juega un gran papel en el relato, hasta el punto de existir en la obra ciertas coincidencias y casualidades que, tal vez excesivas y forzadas (personajes que conocen detalles clave para resolver ciertas situaciones, parecidos, relaciones inesperadas entre unos y otros, etc), se explican en base a esa concepción de que la línea vital está escrita. Este asunto de las casualidades casi increíbles es bastante típico de la literatura de la época y de las novelas folletín, por otro lado.

La planificación estructural de la novela es buena. Al principio te da la sensación de que el autor te cuenta escenas y episodios a los que no encuentras sentido dentro de la trama, como cierto entierro de un condenado por espía en Londres, o el asalto de unos ladrones de tumbas en el cementerio, o el primer juicio al personaje de Darnay, al que se acusa de espionaje, o incluso la liberación del doctor Manette de la prisión y su paso por la taberna del Barrio de Saint Antoine donde transcurre buena parte de la acción. Sin embargo, en cuanto avanzas, y sobre todo al final, te das cuenta de que todo encaja como en una pieza de relojería, y entiendes el significado de esas escenas, y de su significado, como dije antes, fatalista, de cómo el Destino se ha encargado de urdir las tramas para conducir al desenlace. Y sin embargo, también hay una lectura que nos invita a pensar que ha sido una decisión humana, un acto de voluntad, el que ha alterado el Destino.

En efecto, todo está diseñado al servicio del tema principal de la redención a través del sacrificio más grande que puede hacer un ser humano. También habla del perdón y de la capacidad de los humanos de elegir, pese a sus condiciones de nacimiento, otras vías.

En relación con esto, Dickens incluye alguna escena "anticipatoria", un diálogo entre cierto personaje y el encargado de una serrería sobre la guillotina; o un paseo por París previo al final donde el personaje recuerda una inscripción que leyó de niño en una tumba y que luego él mismo repetirá ante el cadalso.

Me ha llamado la atención que no hay un protagonista claro, estando el peso de la novela repartido entre varios personajes como son Sydney Carton, un hombre descrito casi como un depresivo, sin rumbo en la vida, etc, pero sincera y puramente enamorado de Lucie; o Darnay, heredero de una casa nobiliaria que renuncia a sus privilegios para vivir en Inglaterra "honradamente"; el doctor Manette, un personaje atormentado por su paso por la Bastilla, que se entretiene haciendo el oficio de zapatero; el tabernero  y su esposa, representantes del pueblo oprimido que se rebela contra los nobles en París, en el suburbio Saint Antoine... Y varios secundarios más o menos pintorescos, entre los que podríamos mencionar a Monseñor, el noble tío de Darnay, encarnación de la nobleza tiránica de Francia.

Las dos ciudades del título son, por supuesto, Londres y París, caracterizadas una como el reino del orden (hay bastante protagonismo de jueces y abogados, juicios justos, etc) y la otra como el reino del caos. Dickens, aunque describe, a través de la escena del derramamiento del vino en la calle o de los injustos y caprichosos actos del aristócrata Monseñor, la situación del pueblo bajo, y critica ampliamente a ese estamento superior, tampoco ahorra críticas hacia los revolucionarios cuando estalla el Terror. Los sans-culottes son descritos como una masa ávida de sangre de hombres y mujeres que matan aristócratas sin atender a ninguna razón y que se deleitan contemplando las cabezas ensangrentadadas que ruedan desde la guillotina. Inquietante resulta el leit motiv de las mujeres haciendo calceta, que se repite varias veces a lo largo del libro. Dickens no analiza las razones de la Revolución, ni tampoco nos exhibe sus aspectos históricos. Se limita a contar la digamos intrahistoria, las vivencias de la gente de la calle, sin dar explicaciones de tipo académico, lo cual hace que el lector se sienta realmente viviendo esa sensación de agitación social y miedo.

A pesar de lo que pudiera parecer, Dickens nos relata esta historia con un soterrado sentido del humor y cierta ironía en algunas escenas, que la hace bastante grata de leer.

El final, que justifica todo el libro, es de una gran emotividad, aunque quizás algo previsible teniendo en cuenta las pistas que el propio Dickens nos da en su obra. Es difícil no llorar leyendo las últimas líneas de esta novela, cuando el personaje piensa en los frutos de su sacrificio y anticipa lo que será el futuro mientras ruedan las cabezas en la guillotina...

En resumen, un buen clásico de Dickens, lleno de muerte, injusticia, sacrificios heróicos, justificación de toda una vida en un solo acto, etc, para quien desee recordarle ahora que se cumplen los doscientos años de su nacimiento. Claro que el autor tiene otras obras que también podrían servir para el homenaje.


Fragmentos:

El famoso inicio de la novela, que hace referencia a la dualidad simbólica del título

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanzay el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.



El final

Ella lo besa en los labios y él la besa también. Solemnemente se bendicen una a otro y la mano de ella no tiembla cuando ha de soltar la de su amigo. La niña es la primera en acercarse a la Guillotina… y ya ha emprendido el viaje eterno. Las calceteras cuentan: “¡Veintidós!”

“Yo soy la Resurrección y la Vida; aquel que cree en Mí, aunque haya muerto vivirá; y el que vive y cree en Mí no morirá jamás.”

Cae nuevamente la cuchilla y las calceteras cuentan: “¡Veintitrés!” Aquella noche, en la ciudad, dijeron que el rostro de aquel hombre fue el más tranquilo de cuantos habían visto en el mismo lugar. Muchos añadieron que su aspecto era sublime y profético


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