viernes, 28 de febrero de 2014

Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena

Editorial: Planeta 
448 páginas 
8,95 € 

Argumento: 

La detective Alice Gould entra como paciente en un sanatorio psiquiátrico para investigar un asesinato. 

Comentario: 

Desde el primer momento la novela toma el punto de vista de su protagonista, Alice Gould de Almenara, lo cual es uno de sus mayores aciertos, en varios sentidos. 

En primer lugar, es una forma impecable de presentar lo que es la vida en un psiquiátrico a un público ajeno a sus entresijos. Alice, la recién llegada, prueba en sus carnes la humillación de ser registrada y que la despojen de sus propiedades, algo que le produce inseguridad y la hace vulnerable, sobre todo cuando le quitan su ropa y sus cremas, que le dan seguridad en sí misma, como si la protegieran. 

Paso a paso la protagonista se adentra en el inquietante mundo del sanatorio, es sometida a pruebas psicológicas que supera con una enorme capacidad de dialogar y disentir que sirve para dar vida a una personalidad arrolladora y carismática que fascina tanto al personal del centro como a los pacientes y es trascendental para conseguir una identificación con ella que permita ignorar algunas incongruencias posteriores. Alice Gould es un personaje con vida propia, capaz de despertar todo tipo de emociones. 

Rebautizada como Alicia para no destacar, pronto afirma que ella no es una paciente, sino una detective infiltrada en el lugar para investigar un asesinato ocurrido un par de años atrás, y que el director, ausente por vacaciones (buena estrategia para posponer algunas situaciones) es la única persona que conoce su personalidad y el caso que la retiene allí. 

Algunos de los pacientes resultan conmovedores en sus enfermedades y los posibles motivos para sufrirlas en un lugar que sólo en los últimos tiempos les trata como seres humanos (la novela fue publicada en 1979) y les proporciona tratamientos que le sirven de ayuda e incluso de curación. 

Hacia la mitad de la novela, cuando ya se ha conseguido que todo el psiquiátrico se ponga de parte de Alicia regresa el director, y es el único que no sucumbe a sus encantos, además de declarar no conocerla de nada… 

En este punto comienza otra parte de la novela, en la que la protagonista se ve presionada a probar que dice la verdad para no ser tomada por loca. 

Las reflexiones de Alicia, los impresionantes diálogos/enfrentamientos entre ella y los médicos, sobre todo los enfrentamientos con Alvar (a veces algo artificiales y/o rebuscados), mantienen una intriga cuya resolución vacila entre unas y otras revelaciones con un ritmo que apenas flaquea y cuya única pega es la poca credibilidad de algunos hechos y actitudes. 

Si bien la novela está en las categorías de aventura y misterio, el autor incluye subtramas de mayor profundidad al recrear los casos de los enfermos y hasta resolver algunos de ellos mediante el reconocimiento de estos del origen de su problema, lo que ahonda en la fragilidad y la capacidad de autoengaño "en defensa propia" de las personas hasta límites desgarradores. 

Aunque tiene varias décadas, la obra no ha perdido la fuerza, la capacidad de sorprender, impresionar y maravillar pese a que el paso del tiempo se hace notar, especialmente en la forma de estructurar las frases, que resulta algo arcaica, o en cómo se refiere a lugares y personas que ahora se mencionan de forma diferente. 

Curiosidad: el autor se internó voluntariamente en un centro psiquiátrico durante dieciocho días para preparar la obra. 


Fragmentos del primer capítulo de la novela: 


—Dígame, señora: ¿sabe usted qué casa es ésta? 
—Sí, señor. Un manicomio —respondió ella dulcemente. 
—Ya no los llamamos así —corrigió el doctor con más aplomo—, sino sanatorio psiquiátrico. Sanatorio —insistió, separando las sílabas—. Es decir, un lugar para sanar. ¿Puedo hacerle unas preguntas, señora? 
 —Para eso está usted ahí, doctor. 
—¿Querrá usted responderme a ellas? 
—Para eso estoy aquí. 
El doctor trazó, como al desgaire, unas palabras en un bloque: "aplomo", "seguridad en sí misma", "un dejó de insolencia...". Intentó conturbarla. 
—No ha contestado directamente a mi pregunta. ¿Qué es lo que le…
—Que si querré responder a su interrogatorio. Y mi respuesta es afirmativa. Soy muy dócil, doctor. Haré siempre lo que se me ordene y no daré a nadie quebraderos de cabeza. 
—Es un magnífico propósito —dijo sonriendo el médico. 


*** 

—Y usted, señora, ¿qué estudios tiene? 
—Soy licenciada en Ciencias Químicas. 
—¿Se dedica usted a la investigación? 
—Usted lo ha dicho, doctor. Pero no a la investigación científica, sino a otra muy distinta: soy detective diplomado. 
—¡Ah! —exclamó con simulada sorpresa el médico—. ¡Qué profesión más fascinante! 
Pero lo que verdaderamente pensaba es que no había tardado mucho la señora de Almenara en declarar uno de sus delirios: creerse lo que no era. Pretendió ahondar algo en este tema. 
—Realmente fascinante... —insistió el doctor. 
—En efecto: lo es —confirmó Alice Gould con energía y complacencia. 
—Dígame algo de su profesión. 
—¡Ah, doctor! Su pregunta es tan amplia como si yo le pidiera que me hablara usted de la Medicina... 
—Reláteme alguna experiencia suya en el campo de la investigación privada. Seguramente serán muchas y del máximo interés. 
—Cierto, doctor. Son muchas e interesantísimas. Pero todas están incursas en el secreto profesional. 


*** 

—¿Conoce su marido el despacho donde usted trabaja? 
—No. 
—¡Es asombroso! 
Alice Gould le miró dulcemente a los ojos. 
—¿Puedo hacerle una pregunta, doctor? 
—¡Hágala! 
—¿Conoce su señora este despacho? 
El médico se esforzó en no perder su compostura. 
—Ciertamente, no. 
—¡Es asombroso! —concluyó Alice Gould, sin extremar demasiado su acento triunfal. 
—Este lugar —comentó el doctor Ruipérez— ha de estar obligadamente rodeado de discreción. El respeto que debemos a los pacientes... 
La detective no le dejó concluir. 
—No se esfuerce, doctor. También yo he de estar rodeada de discreción por el respeto que debo a mis clientes. Nuestras actividades se parecen en esto y en estar amparadas las dos por el secreto profesional. 
—Bien, señora. Quedamos en qué su marido no conoce su despacho. Pero ¿sabe, al menos, a qué se dedica usted? 
—No. No lo sabe. 
—¿Usted se lo ha ocultado? 
—De ningún modo. El no lo sabe porque se empeña en no saberlo. Por ésta y otras razones, creo sinceramente que es un débil mental. 
—Muy interesante, muy interesante... 


*** 

—¿Conoce usted, señora, con exactitud las razones por las que se encuentra aquí? 
—Sí, doctor. Estoy legalmente secuestrada. 
—¿Por quién? 
—Por mi marido. 
—¿Es cierto que intentó usted por tres veces envenenar a su esposo? 
—Es falso. 
—¿No reconoció usted ante el juez haberlo intentado? 
—Le informaron a usted muy mal, doctor. No estoy aquí por sentencia judicial. Fui acusada de esa necedad no ante un tribunal sino ante un médico incompetente. Jamás acepté ante el doctor Donadío haber hecho lo que no hice. Del mismo modo que nunca confesaré estar enferma, sino "legalmente secuestrada". 
—¿Fue usted misma quien preparó los venenos? 
—Es usted tenaz, doctor. De haberlo querido hacer, tampoco hubiera podido. Pues lo ignoro todo acerca de los venenos. 
—¡Realmente extraño en una licenciada en Químicas! 
—Doctor, no sería imposible que durante mi estancia aquí tuvieran que operarme de los ovarios. ¿Sería usted mismo quien me interviniese? 
—Imposible, señora. Yo no entiendo de eso. 
—¿No entiende usted? ¡Realmente extraño en un doctor en Medicina! 
—Mi especialización médica es otra, señora mía. 
—Señor mío: mi especialización química es otra también. 
Rió la nueva reclusa, sin extremarse, y el doctor se vio forzado a imitarla, pues lo cierto es que lo había dejado sin habla. De tonta no tenía nada. Podría ser loca; pero estúpida, no. 
—En el informe que he leído acerca de su personalidad —comentó Teodoro Ruipérez— se dice que es usted muy inteligente. 
Alice sonrió con sarcasmo, no exento de vanidad. 
—Le aseguro, doctor, que es un defecto involuntario. 


*** 

—Afirma usted, señora, carecer de motivos para haber intentado envenenar a su marido.
 —En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! 


*** 

—Hay algo, señora de Almenara, que quisiera advertirle. Apenas cruce esa puerta entrará usted en un mundo que no va a serle grato. 
—Si hubiera podido escoger —dijo ella sonriendo— habría reservado plaza en el hotel Don Pepe, de Marbella, y no aquí. 
Sin hacer caso de su sarcasmo, Ruipérez prosiguió: 
—No toleramos que unos pacientes hieran, humillen o molesten voluntariamente a los demás. Si un enfermo, por ejemplo, sufre alucinaciones y cree ver al demonio, no toleramos que otro u otros, por mofarse de él, le asusten con muñecos o dibujos alusivos al diablo. Los castigos que imponemos a quienes hacen eso son muy duros. 
—Hacen ustedes muy bien. 



*** T *** 

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jueves, 27 de febrero de 2014

En la orilla, de Rafael Chirbes

En la orilla
Rafael Chirbes
Anagrama
440 páginas


Sinopsis:

Un hombre mayor afectado por la crisis y que está al cargo de su padre, rememora sus últimos años y hace un repaso a la situación socioeconómica española.

Comentario:

No me atrevería a calificar este libro como novela ya que es una obra muy parca en argumento, por no decir que este es inexistente. Se limita a mostrar una voz narradora principal en primera persona, en la que se entremezclan las de otros personajes (en especial, una mujer colombiana que asiste al protagonista), que cuenta, a medias entre la crítica social, el sermón y lo existencial, las vivencias de un hombre abocado a una situación precaria en lo económico y personal.

Las citadas voces se mezclan unas con otras de manera continua, sin separaciones de diálogos ni espacios, y aunque a veces cuesta distinguir cuando ha cambiado de personaje, por norma no hay problema en detectarlo. La colombiana, sobre todo en sus primeras intervenciones, habla con giros que parecen propios de su tierra. Sin embargo, en algunas partes, al final, usa expresiones demasiado españolas o mezclas de localismos de un lado y de otro que hacen que a veces resulte algo forzado.

La acción, por llamarla de algún modo, se desarrolla en la Valencia de la crisis inmobiliaria (el pueblo de Olba), un contexto que sirve para recordar las épocas doradas cuando fluia el dinero, se construía con furia y todo el mundo vivía en un espejismo de prosperidad. En algún lugar he leido que se trata de una novela de la crisis, pero a mi modo de ver, hay tanta digresión por diversos temas que esta definición se queda corta. Abarca mucho más que la evaluación de un momento socioeconómico concreto.

Chirbes analiza de un modo brutal, sin concesiones, ni lirismos de ningún tipo, la naturaleza del ser humano, en un tono francamente pesimista, sin cortarse un pelo en cuanto a la descripción de miserias. La muerte, en concreto, está presente en toda la obra, impregna cada palabra, esa desesperanza vital del protagonista. No es de extrañar que la historia se inicie con el descubrimiento de un cadáver en un marjal (todo sea dicho de paso, luego no deriva en investigaciones ni tampoco se nos dice cuál es la relación con lo demás, aunque a mi modo de ver tiene relación con el final del protagonista y de la novela). La visión que el autor plantea sobre la vida y sobre el ser humano es tan negra que no parece haber más salida que la muerte o la depresión.

Se hace un repaso de situaciones comunes en un tono hiperrealista y sin edulcoraciones. Así vemos desfilar a todos esos hombres por los prostíbulos, por las mesas de juego, los lugares de caza, vemos las mezquindades de las familias, la falta de relación entre hermanos (o la presencia de relaciones hostiles, que es peor), entre padres e hijos, las rencillas cuando hay herencias, lo terrible de la vejez, el deterioro, la enfermedad, los malos tratos en el espacio privado, el desarraigo y la nostalgia del emigrante por su tierra... No falta tampoco la rememoración del pasado reciente de España, y de las humillaciones de los vencidos en la Guerra Civil.

El libro se me ha hecho muy largo. Está bien escrito, a modo de falso fluir de conciencia que da poco respiro al lector y convierte la lectura en labor bastante ardua. Sin embargo, reitera ideas, repite conceptos y describe situaciones que inciden en lo que ya ha quedado claro que quiere transmitirnos, hasta el punto de hacerse pesado y de dar la impresión de que siempre nos está contando lo mismo con distintas palabras. A mi entender, sobran muchas páginas. Más concentrado, el mensaje sería mucho más efectivo. Me quedo con lo descarnado de la narración, muy lejano a los estilos facilones de los bestsellers o de las noveluchas que estamos acostumbrados a leer, complacientes con la sociedad y los lectores. También con las descripciones de las grúas y obras abandonadas con edificios a medio construir. Esta obra puede golpear a la mente, aunque tampoco diría que es lo más original del mundo. Al menos cuenta con una cierta vocación de estilo.

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miércoles, 26 de febrero de 2014

Calle Berlín, 109, de Susana Vallejo

Editorial: Plaza & Janés Editores, 2013
320 páginas
17,90€
Ebook: 11,99 €

Argumento:

La tranquilidad de la comunidad de vecinos del número 109 de la cale Berlín se verá afectada por diversas circunstancias.

Comentario:

Calle Berlín, 109 es una novela difícil de clasificar, ya que no pertenece por completo a ningún género y participa de varios de ellos, desde el misterio a lo fantástico o sobrenatural, siendo una historia de personajes con toques costumbristas, algo de humor negro, romance, drama e incluso crítica social.

La obra está estructurada de forma que se van presentando al tiempo a los personajes, sus circunstancias y la trama de misterio, expuesta al comienzo por Gerard Tauste, decidido a averiguar quién ha asesinado a Pep, quien fuera su compañero en la policía.

Después aparecen los demás protagonistas en una primera parte dedicada a darlos a conocer, para lo que la autora utiliza los diversos puntos de vista indicando además dónde vive cada uno de ellos y encadenando una aparición tras otra según se cruzan dentro del número 109 de la calle Berlín, donde, al principio, parecen vivir aislados unos de otros.

Así, plantea las circunstancias personales de Gustavo Adolfo (entresuelo 1.a), Gabriela (entresuelo 2.a), Encarna, Sandra, Álex y Bonito (1.º 1.a), Luisa y Zósimo (1.º 2.a), Emilio Fernández Quesada (2.º 1.a) y María Eugenia (2.º 2.a), punto de partida desde el que van a evolucionar las vidas de los habitantes del 109 de la calle Berlín.

A ellos se unen Yolanda Amat (compañera de la comisaría de Gerard y Pep), Marc (un cliente de Gabi/Laia), el Mariscal, el propio edificio o la ciudad de Barcelona, y a todos se presta atención, tanto para mostrar la actualidad como la forma en que evolucionan obligados por las circunstancias.

De alguna manera se diría que el misterio y el resto de sucesos que les ocurren, son casi una excusa para mostrar a una comunidad de personas que pese a su cercanía apenas se relacionan, a veces incluso dentro de la misma casa, su soledad, problemas, necesidades y anhelos, y cómo, ante la necesidad, se unen, se mezclan, se muestran solidaridad y, al final, cambian, dejan de ser quienes eran, para bien o para mal (uno de los aciertos de la novela es el final agridulce, en el que no todo es idílico), pero diferentes.

Tanto los personajes, como el conflicto y su resolución están presentados con una prosa ágil, directa y clara, con momentos de un humor casi negro alternados con otros emotivos, inquietantes o románticos y alguna sorpresa. Las diferentes tramas avanzan y evolucionan con naturalidad y un toque casi surrealista sin que ninguna de las situaciones que se general o las resoluciones que se alcanzan lleguen a parecer forzadas.

En resumen, una novela bien escrita, que mezcla géneros sin perder su finalidad, se lee con agrado y facilidad y no es del todo previsible.


***T***

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martes, 25 de febrero de 2014

Entrevista a Pablo R. Nogueras

Nueva entrevista en Críticas Literarias Regina Irae, esta vez a Pablo R. Nogueras, autor de «El apeadero del muerto» 

¿Cuál fue tu intención al escribir «El apeadero del muerto? ¿Has querido transmitir algún mensaje con esta novela?

Mi única intención al escribir esta novela era entretener y darle al lector un final chocante, algo que no se esperase, como ocurre con algunos cuentos de Roald Dahl. Tal vez el mensaje sea ese: las cosas no siempre son lo que parecen.

¿En qué se diferencia de otras del mismo estilo, género o temática?

La diferencia con otras historias del mismo género es simplemente en giro de los acontecimientos. Ese final que nadie se espera.

¿Cuál sería tu público lector? ¿A quién se la recomendarías? ¿A quién no?

Mi público lector es todo aquel que simplemente desee pasar un buen rato leyendo en el transporte público, un fin de semana en casa o en vacaciones. Se la recomiendo a ese tipo de personas amigas de una lectura ligera y no se la recomiendo a quien busque libros "serios" llenos de contenido y mensaje.

Creo que, por ahora, has publicado en digital: ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Crees que sería diferente en cuanto a «prestigio» y popularidad hacerlo en papel?

Mi experiencia publicando en digital hasta ahora ha sido muy buena porque me ha respaldado una magnífica editora y el grupo Planeta. En cuanto al prestigio, creo que el libro digital todavía necesita rodaje, que carece de la visibilidad del libro en papel de momento. Pero todo se andará.

Has escrito novelas de misterio, de humor y relatos. ¿Con qué género te sientes más cómodo?

Me siento cómodo en todos, pero sobre todo en el género que me permita echar a volar la fantasía.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Tienes alguna otra obra en proceso?

Ahora estoy trabajando en una novela juvenil y estoy a la espera de que salga la primera parte una trilogía de aventuras en papel. En breve empezaré una novela de humor.

Y, para terminar: ¿tienes algo que comentar, objetar, aclarar o matizar sobre la reseña de «El apeadero del muerto» que hemos publicado en el blog?

No tengo nada que matizar. Me ha gustado vuestra reseña.
Un saludo y muchas gracias.



***T***
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lunes, 24 de febrero de 2014

Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche

Así habló Zaratustra
Also sprach Zarathustra
Friedrich Nietzsche
Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual
Libro de Bolsillo- Alianza Editorial
468 pp
Género: filosofía lírica



Argumento

Zaratustra vuelve de su exilio en la montaña para hablar del superhombre a las gentes...

Comentario

No se trata de una novela, claro está, ni tampoco de un ensayo filosófico, sino de una obra incalificable en cuatro partes, que puede situarse sin lugar a dudas entre los libros clave de la historia de la humanidad tanto por su calidad literaria como por la influencia de su mensaje.

Nietzsche utiliza la figura real del profeta Zaratustra pero como portavoz de sus propias ideas. El personaje va conversando con diferentes hombres, mujeres y criaturas que se encuentra por el camino y a las cuales lleva su mensaje, que se cifra en varias ideas fuerzas que son: el superhombre, el eterno retorno de lo idéntico, la muerte de Dios, la voluntad de poder... El estilo es lírico, lleno de metáforas y de neologismos formados a partir de la flexibilidad ideológica de la lengua alemana. Hay paráfrasis de otros autores como el famoso “chorus mysticus” del Fausto de Goethe, que el autor toma prestado para darle la vuelta. También parodia constantemente a los textos religiosos, en especial a la Biblia y a sus formas retóricas y parábolas. 

Nietzsche no deja títere con cabeza en su labor de destruir la filosofía al uso y las ideas más comunes sobre la religión, Dios, el arte, la literatura, los doctos, los virtuosos, la cultura, la poesía... Arremete en especial contra las mujeres, a las que considera "recreación del guerrero, y todo lo demás es tontería". Suya también es la frase "Si vas con mujeres no olvides el látigo". 

Dejando aparte lo irritantes que puedan ser sus planteamientos para personas de hoy en día, no se le puede negar su grandísimo talento. Hay capítulos de una gran hondura y profundidad, soliloquios donde el autor se encuentra con su propio ser; otros son demoledores; la mayor parte atesoran una riqueza conceptual y una belleza que arrebatan. Mucha gente encuentra este libro críptico. Tal vez sea conveniente leer antes "Más allá del bien y del mal" o cualquier otra obra del autor para conocer de antemano los puntos de su filosofía "a martillazos". Pero la experiencia de leer "Así habló Zaratustra" es algo único y no dejará indiferente a nadie, para bien o para mal. Sus frases poseen la resonancia de lo mítico y de ahí que calen tan hondo en las mentes impresionables.

Las notas y explicaciones de Andrés Sánchez Pascual son prolijas y muy interesantes, además de aclaratorias de las partes más oscuras. Muy bueno también el prólogo donde explica la estructura de la obra en relación con la filosofía del autor.

Un libro que no debe faltar en la biblioteca de ninguna persona que se considere culta.

Algunos fragmentos con indicación del título del capítulo:

(Del hijo y del matrimonio)
¡Ay, esa pobreza de alma entre dos! ¡Ay, esa suciedad de alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable bienestar entre dos! Matrimonio llaman ellos a todo eso: y dicen que sus matrimonios han sido contraídos en el cielo. ¡No, a mí no me gusta ese cielo de los superfluos! ¡No, a mí no me gustan esos animales trabados en la piel celestial!

(Del nuevo ídolo)
Allí donde el Estado acaba, ¡mirad, allí, hermanos míos! ¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre?

(Los discursos de Zaratustra)
Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque estoy elevado.

Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia.

Yo no creería más que a un dios que supiese bailar. Y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, él hace caer a todas las cosas.

De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuanta de que la sangre es espíritu.

No con la cólera sino con la risa se mata.

(De las tablas viejas y nuevas)
Yo amo a los valientes: mas no basta con ser un mandoble, ¡hay que saber también a quien se dan los mandobles!
Y a menudo hay más valentía en contenerse y pasar de largo, ¡a fin de reservarse para un enemigo más digno!


(Del hombre superior)
Ahora es cuando la montaña del futuro humano está de parto. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos que viva el superhombre.


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La vergüenza, de Bergljot Hobaek Haff

 La vergüenza
Skammen
Bergljot Hobaek Haff
Traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Alianza Editorial
566 páginas
Género: novela psicológica, saga familiar.
  


Argumento

La escritora Idun Hov (o Sand) es recluida a la fuerza por sus parientes en un manicomio. Estos, en especial su triunfadora hermana gemela Urd (una estrella de la televisión), tratan de inhabilitalarla y desheredarla. En el encierro Idun escribe, a partir de sus recuerdos y de diarios que pudo recuperar de su padre, los inicios de su saga familiar, desde los primeros triunfos de su abuelo, el marinero Andreas Sand, que luego se metió a pastor religioso, y que se casó con la hija coja de un rico armador para medrar, pasando por el pastor Vemund Hov (su padre), que sería condenado como colaboracionista con los nazis por su amistad con el traidor Vidkun Quisling; por las trágicas historias de sus tíos, rumores de incestos, homosexualidad entre primos, fusilamiento por saboteador, etc, etc

Comentario

Este libro me ha gustado bastante. En él se intercala la historia familiar de la autora Idun con sus propias andanzas. No se sigue un estricto orden cronológico a las historias, sino que muchas veces se citan ciertos episodios y más adelante se aclaran o se vuelve hacia atrás, pero no de una manera confusa sino todo lo contrario. Este modo de exponer la historia de la familia Hov-Sand resulta ameno, ya que lo mezcla con las vicisitudes de la autora en el manicomio y sus propios recuerdos de las aventuras que ha vivido recorriendo toda Europa como vagabunda, sus escasos éxitos editoriales, su relación con las drogas... 

La vida de Idun, personaje muy bien construido y que resulta llamativo y memorable, está plagada de sinsabores y desgracias desde la infancia, cuando estuvo a punto de delatar a una madre y un niño judíos que su abuelo Andreas cobijaba en casa para que no se los llevaran los nazis, y no faltan ni abortos y violaciones sufridas, relatos de sus experiencias con las drogas, las entradas y salidas de los manicomios, sus fugas. Ciertamente lo más grato de este personaje es que a pesar de tantas desgracias como le ocurren no lo cuenta con victimismo. Ella siempre ha cargado con la culpa y la vergüenza familiar, acentuado este hecho por haber tenido un hijo extramatrimonial, episodio que pone de manifiesto también la hipocresía de su familia.. Pero el libro es optimista, como se revelará en las últimas páginas, con un final emotivo y muy bonito, que le da una segunda oportunidad al personaje. En realidad casi todos los personajes resultan visibles y bien construidos, en especial, y aparte de Idun, Andreas Sand y su yerno Vemund Hov, los cuales son descritos con mucha prolijidad y sin caer en el maniqueismo de los "buenos y los malos".

La autora ha sabido intercalar las diferentes historias de una manera ejemplar para dotarlas de intriga, algo curioso en un libro de estas características. Quieres saber qué pasó con los hermanos Balder y Svallaug, si tenían de verdad una relación incestuosa como rumoreaba la gente, si era el tiránico Balder el que la tenía prisionera, por qué se suicidiaron; qué pasó con el hijo de Idun, y qué fue del joven judío Aaron que protegía Andreas Sand; qué tipo de relación tenían Andreas con la madre del judío, etc. Todo se va revelando poco a poco, aunque algunas cosas quedan en el aire, como es lógico. Quizás esto es lo mejor del libro: la fuerza de sus personajes, que hace que sigas sus peripecias con interés, que te importe saber lo que les va a pasar.

Por otro lado, está muy bien escrito, con sencillez, pero con profundidad y con algunos episodios oníricos y poéticos, que le dan un aire trascendente. De hecho, la religión y Dios ocupan una buena parte de las reflexiones de los personajes (algunos de ellos pastores luteranos que incluso fundan congregaciones religiosas). Un libro densísimo de acontecimientos que abarca muchas facetas y cuenta una parte de la historia de un país tan lejano para España como es Noruega, pero que en los sentimientos y emociones de la gente no es tan distinto. El final es sorprendente y alegra al lector que durante sus 566 páginas ha asistido a las complejidades y oscuridades de la vida de Idun y de su familia. 

Un libro de saga original en su forma de narrar, en el que todas las piezas encajan. Recomendable.


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Si el amor es una isla, de Esther Sanz

Editorial: Planeta, 2014
296 páginas
14,95 €
Ebook: 10,99 €

Argumento:

Luisa acude a la isla de Sark para trabajar el el hotel Silence Hill Resort. 

Comentario:

Situar la acción de la novela en la isla de Sark, un lugar real situado en el Canal de la Mancha, y utilizar sus particulares circunstancias, dota a la historia de una ambientación poco convencional que, si bien no se aprovecha en todo su potencial, funciona lo suficiente para darle un algo diferente.

La narración en primera persona, que se suele utilizar para conseguir que se  empatice más con el personaje principal no consigue, en esta ocasión, que Luisa destaque o resulte cercana, quizá porque no hay gran cosa destacable en ella, carece de una personalidad compleja o poco convencional.

En cuanto a los otros dos componentes del «triángulo amoroso», lo más destacable es que el «malo», Patrick Groen, que lo es según la opinión de quienes hablan con Luisa, aunque en ningún momento se muestra que lo sea, parezca mejor persona y menos misterioso que Jim, el «bueno», cochero y escritor en ciernes, cuyo comportamiento es en ocasiones más interesante que el del dueño del Silence Hill Resort.

El resto de los personajes, secundarios, se utilizan para «tareas básicas», como informar a Luisa de los chismes del pueblo, resolver los misterios que sirven de fondo a la trama amorosa o protagonizar sus poco relevantes historias románticas (Ingrid y Gaspard, Elisabeth y Rahul), pese a que algunos de ellos, por su importancia en varias de las subtramas hubieran merecido un mayor desarrollo (Elisabeth y su local a medio camino entre una librería y una tetería, Books & Cups, madame Perrier y su desaprovechada capacidad para ver fantasmas...).

También llama la atención que el inicio de la novela tenga un tono misterioso, casi decimonónico, con esas condiciones de trabajo tan draconianas como absurdas (la justificación de aceptarlas para  pagar el tratamiento paterno es poco convincente) cuya única finalidad acaba siendo servir de excusa para propiciar encuentros entre Luisa y Patrick.

De hecho, poco a poco, tras sentar las bases para la resolución de los misterios, la novela va derivando hacia lo romántico, centrándose en la atracción de Luisa por ambos jóvenes, Patrick y Jim, quien parecen interesarle por igual, repartiendo escenas románticas (con un punto erótico) entre ambos, para resolver todo de forma rápida en las últimas páginas.

Las menciones a varios libros, entre los que destaca El fantasma de la ópera, de Gaston Leroux (que tiene ciertos paralelismos con la situación de Patrick) y Las ciudades invisibles, de Italo Calvino (Luisa se siente en parte identificada con Zobeida, protagonista de una de sus historias), o la también poco desarrollada idea de Jim soñando la novela que está escribiendo, son algunos de los homenajes a la literatura que incluye la autora en su obra.

En resumen, Si el amor es una isla es una novela juvenil y romántica de desarrollo irregular, seguramente perjudicada por la narración en primera persona que impide dotar de profundidad a la mayoría de los personajes, no aprovecha todo su potencial y resulta algo previsible, si bien se lee con agrado, está correctamente redactada y cumple su cometido de entretener.

Pasaje de la novela:
—Supongo que, como musa, te he decepcionado... —le dije sin saber cómo despedirme.
—En absoluto. Has seguido el guión de forma totalmente previsible —respondió con frialdad.
—¿Qué quieres decir?
—Que los hombres poderosos siempre han sido irresistibles para las mujeres, sobre todo para las de humilde cuna.
Aquella insinuación me arrancó una bofetada. Sin embargo, antes de que aterrizara en su mejilla, Jim interceptó mi muñeca y me atrajo hacia él con fuerza. Traté de luchar antes de que me robara un beso.
—Dime una cosa —murmuró a dos centímetros de mi boca—, ¿te ha besado él así?
Le miré con rabia y salí de allí corriendo en dirección a Silence Hill.



***T***

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domingo, 23 de febrero de 2014

Que no desciendan las tinieblas, de L. Sprague de Camp


Que no desciendan las tinieblas 
Lest Darkness Falls 
L. Sprague de Camp 
Editorial: Pulp Ediciones (Colección Aelita) 
Traducción: R. Goicoechea 
203 pp 

 

Argumento: 

Un arqueólogo llamado Martin Padway, recibe un golpe mientras está en Roma. Cuando despierta se encuentra todavía en Roma, pero muchos siglos atrás, en en siglo VI, la época de Justiniano, Belisario, los godos, etc. Con ayuda de sus conocimientos científicos e históricos tratará de hacer lo posible para evitar que llegue la era oscurantista de la Edad Media... 


Comentario: 

Aunque empecé a leer este libro con muchas reservas, enseguida me enganchó. Es una novela ligera, entretenida, con muchos diálogos, algunos de ellos realmente ingeniosos, y sobre todo, traspasada por un apreciable humor, que trata de la posibilidad de cambiar la historia (es decir, es una ucronía). 

La manera como Padway llega a esa época tan lejana resulta bastante inverosímil (lo más inverosímil del libro), pero teniendo en cuenta el tono ligero que lo caracteriza pronto se olvida ese "pequeño detalle", así como la facilidad con la que Padway se adapta a las peculiaridades del latín vulgar, y de los idiomas godos; y sus conocimientos científicos, ciertamente amplios para tratarse de un arqueólogo (sabe cómo fabricar prensas, tintas, brandy, etc). 

El argumento tiene ciertas semejanzas con la obra de Mark Twain, "Un yanki en la corte del rey Arturo", según dicen, aunque no he leido esa otra novela. Padway, que toma el nombre romano de Martinus Paduei o de Padua, entra en contacto con prestamistas a los que logra sacar dinero a cambio del secreto de la doble contabilidad, el cálculo con números arábigos, etc; con generales, reyezuelos, princesas sanguinarias y ligeras de cascos, y toda una corte de criaturas de extraños nombres germánicos y romanos, que a veces resulta difícil diferenciar. Ese es uno de los defectos de la novela: la escasa profundidad de los personajes. Creo que también es un error que la historia esté contada en tercera persona, ya que el estilo usado y el hecho de que Padway aparezca en todas las escenas y todo se cuente según su punto de vista, demandaría una primera persona como voz natural. 

Resulta estimulante la gracia y la irreverencia con la que el autor se toma la Historia. Precisamente las partes donde más baja el interés son las partes serias (las batallas, por ejemplo, que resultan un poco largas, sobre todo la de final, y no están descritas de un modo demasiado plástico). Es que incluso se toma a broma las diferentes corrientes religiosas y herejías de la época. 

Sin embargo, es ingenioso cómo va introduciendo los avances técnicos y sociales de su mundo americano en aquella lejana Roma decadente. Así va fundando periódicos, creando un sistema de telegrafía rudimentario, inventando armas de fuego... 

El estilo es sencillo, humorístico, ingenioso y coloquial, como una charla entre amigos. No es muy profundo, pero tiene su gracia. Es decir: Se lee muy fácil, no aburre y resulta una divertida lectura para el verano. 

Algunos fragmentos destacados: 
(de la carta enviada a Justiniano) 

Además, nuestra leve capacidad para prever el futuro nos informa que dentro de alrededor de treinta años nacerá en Arabia un hombre llamado Mahoma, quien predicando una religión herética, instigará, a menos que sea detenido, una gran oleada de conquista bárbara, subvirtiendo el régimen, tanto del reino persa como del Imperio Romano de Oriente. Apremiamos respetuosamente la conveniencia de asegurar de inmediato el control de la península árabe, para que esta calamidad pueda ser detenida en su origen 

(en unas elecciones al estilo americano que ha organizado Padway, éste manda detener a un rival político) 

-¡Arrestadlo! -ordenó Padway a sus soldados. 
Hubo un gran ruido de sillas al levantarse la pandilla y echar mano a las empuñaduras de las espadas. Padway miró a sus soldados; no se habían movido. 
-¿Bueno? -estalló. 
El más viejo de ellos, una especie de sargento, se limpió la garganta. 
-Bueno, señor, así es. Sabemos que eres nuestro superior y todo eso. Pero las cosas son un tanto inseguras, con estas elecciones y todo y no sabemos de quién estaremos tomando órdenes dentro de un par de días. Supón que detenemos a este joven y luego es elegido rey. Eso no sería bueno para nosotros, ¿verdad, señor? 

(cartel electoral) 

¡VOTA POR URÍAS, EL PREDILECTO DEL PUEBLO! 
¡Impuestos más bajos! ¡Obras públicas más grandes! ¡Protección para los ancianos! ¡Gobierno eficaz! 


(para cortejar a una dama) 

-Escríbele. 
-¿Cómo puedo hacerlo? No sé frases hermosas. De hecho, jamás he escrito una carta de amor en mi vida. 
-También te ayudaré en eso. Mira, podemos hacerlo ahora -Padway comenzó a redactar una carta para la princesa-. Vamos a ver, debemos decirle cómo son sus ojos. 
-Son como ojos, ¿no? 
-Por supuesto, pero en este negocio los comparas con estrellas y con cosas. 
Urías pensó. 
-Son parecidos al color de un glaciar que vi en los Alpes. 
-No, eso diría que son tan fríos como el hielo. 
-También le recuerdan a uno la hoja pulida de una espada. 
-Objeción similar. ¿Qué dices de los mares nórdicos? 

Hay más diálogos delirantes y surrealistas, pero con esto sirve para hacerse una idea del tono. 





Este autor escribió junto con R. Howard y otros varios libros de la serie de Conan, además de una biografía de Lovecraft y obras de fantasía y CF. 

Una cita suya: "Si logré hacer reír a unos pocos con mi ciencia-ficción humorística; si conseguí entretener o esclarecer a alguien con mis trabajos me puedo considerar a mi mismo como un éxito"

Harry Potter y la Orden del Fénix, de J. K. Rowling


Harry Potter y la orden del Fénix 
Harry Potter and the Order of the Phoenix 
Joanne K. Rowling 
Editorial Salamandra 
896 páginas 

 

Argumento: 

Como de costumbre, Harry pasa unas horribles vacaciones en casa de sus tíos, los Dursley. Cuando su primo sufre el ataque de un dementor y tiene que hacer uso de un encantamiento, desata las iras del Ministerio de Magia de Cornelius Fudge, que prohibe hacer esos alardes delante de muggles (no magos). Harry es juzgado por tales delitos, pero resulta absuelto por intervención de Dumbledore, director del colegio Howgarts, al que regresa Harry. 

Pero las cosas no pintan nada bien. Sirius Black, su perseguido padrino, está encerrado en la casa familiar, donde también se reúnen los miembros de la llamada Orden del Fénix, una alianza de magos que creen que Lord Voldemort, el malo malísimo, está a punto de regresar con pésimas intenciones. 

Para los alumnos del colegio Howgarts, además, está la preocupación por los examenes T.I.M.O.S, una especie de reválida que orientará sus futuras profesiones. 

Harry no deja de sufrir dolores en su cicatriz. Está irritable, y sufre los contratiempos hormonales de sus quince años. Él, más que nadie, sabe que Voldemort volverá... 

Como el Ministerio de Magia ha designado como profesora de Defensa contra las Artes Oscuras a la maltratadora de niños Dolores Umbridge, que se opone a enseñarles los hechizos pertinentes, Harry organiza con sus amigos unas clases paralelas... 

Entretando, varios peligrosos mortífagos escapan de la tenebrosa cárcel de Azkaban... 

Comentario: 

Libro larguísimo, y densísimo en nombres y detalles, tantos que muchos no los recuerdo bien, lo empecé a leer creyendo que tenía entre manos una novela juvenil de aventuras y fantasía. Debido a mi error de apreciación, las primeras 300 páginas, en las que prácticamente no pasa nada, se me hicieron tediosas, y estuve a punto de dejarlo. Sin embargo, una vez me di cuenta de las verdaderas intenciones de Rowling y de los mensajes ocultos que están detrás de la aparente inanidad de la novela lo tomé con ganas y lo terminé muy deprisa. 

Así pues, se puede decir que como novela de aventuras juveniles le sobran casi todas las páginas. De acción propiamente dicha debe de haber unas doscientas o trescientas siendo generosa. El resto se consume en descripciones costumbristas del mundo de la magia y del colegio Howgarts. En este sentido, si la jerga utilizada (muggle, animago, mortífago, polvos flu, etc) fuera un léxico normal, no se diferenciaría mucho de cualquier relato sobre adolescentes, con sus preocupaciones típicas: los novietes, los estudios, relaciones de amistad, el juego (el quiddich). Este aspecto me ha gustado más, aunque resulte paradójico. 

Los quinceañeros del colegio empiezan a descubrir nuevos sentimientos, a establecer relaciones entre sexos, más allá de la camaradería, aunque todavía inmaduras y como de preparación y conocimiento para algo más profundo. No puede negarse que Rowling describe con realismo todos estos cambios de la adolescencia, aunque, por ejemplo, no se habla mucho o nada de sexo. 

Viendolo así, como un libro de "fantasía costumbrista", se puede comprender un poco la manía de Rowling de incluir la descripción detallada de todas las clases, deberes y actividades del colegio (incluyendo los aburridísimos partidos de quiddich, que directamente los he leído por encima); o la visita al hospital de San Mungo, también larguísima, donde reconocemos como paciente al antiguo y vanidoso profesor Gilderoy Lockhart; por no mencionar el juicio a Harry o las escenas del inicio con los tíos. Este exceso de páginas permite a la autora explayarse acerca de ese mundo mágico que ha creado, de sus rarezas y curiosidades, algunas de ellas inventadas a partir de la inversión del mundo "normal" (los sanadores de San Mungo recelan de la medicina muggle, como los muggles recelan de los sanadores "mágicos"). Hay escenas prescindibles como la del autobús noctámbulo y otras muy largas, como la llegada de Harry a la casa de Sirius Black con la orden del Fénix, o el combate final en el Ministerio de la Magia, con tanto hechizo de nombre raro. En general, en este libro, Rowling no está nada contenida en cuanto a descripción y diálogos inflados, muchas veces puramente de relleno sin ninguna gracia ni funcionalidad en la historia. 

La estructura del libro es similar a la de otros anteriores de la misma serie. Parece que siempre ocurre lo mismo: los tíos haciéndole la vida imposible a Harry, llegan cartas de Howgarts, se incorpora a clase, el sombrero seleccionador, empiezan las clases, hay un misterio relacionado con Voldemort, Draco se pone pesado y molesto, enfrentamiento con el mal, Dumbledore charlando con Harry en plan sabio, fin de curso y regreso a casa de los tíos). Sí es muy diferente en el tratamiento y profundidad. El primero de la serie era claramente un libro infantil, sencillo, corto y con muchas gracietas dedicada a los niños; el quinto, es decir, este, es más complejo, adulto, violento... No parece en realidad adecuado para niños muy pequeños, que dudo que comprendan en toda su extensión los acontecimientos descritos (asesinatos, torturas de todo tipo, mentales y físicas, malos tratos...). 

Como literatura, la novela no es muy buena. Tiene el defecto de la desmesura, la digresión, el no centrarse en un tema, el exceso de nombres, la prosa plana (o sencilla, para niños)... Pero posee el encanto de la creación de un mundo propio de la autora, rico en detalles, coherente, y con personajes fácilmente identificables. 

La autora no deja nada al azar. Incluso los nombres de los personajes parecen tener un sentido o ser un guiño cultural. Minerva (como la diosa de la sabiduría) McGonagall, Albus (blanco, en latín, color de pureza) Dumbledore, Hermione (de Hermes, conocimiento secreto) Granger, Voldemort (Vuelo de muerte, en francés), Severus Snape, etc... 

La creación del mundo es impecable, perfecta y organizada. Se aprecia que cada raza posee un estilo de patronímico. Así los gigantes, tienen nombres toscos que parecen onomatopeyas, en consonancia con su escasa sofisticación intelectual; los centauros tienen nombres elegantes y evocadores (Firenze, Bane, Ronan...); los elfos domésticos, nombres humorísticos (Dobby). La cultura de Rowling y su conocimiento de temas esotéricos se revela en las líneas maestras de su mundo fantástico, intercalado en el real de un modo muy ingenioso (casas que solo pueden ver los magos, la estación de King Cross con el andén 9 3/4, ese ministerio de Magia, del que el gobierno "real" parece tener conocimiento, ya que se dice que el ministro de magia transmite mensajes al Primer Ministro de Gran Bretaña acerca de los peligros de Voldemort...) Naturalmente, muchos detalles permanecen ocultos al lector normal que busca solo la aventura, pero están ahí, construyendo y cimentando la parte visible. Rowling nunca ha negado que ya tiene su obra escrita, incluso la última palabra de la serie, que será "cicatriz", y que todo obedece a una concepción de globalidad realmente desmesurada. 

Y como se trata de una fantasía "costumbrista", en el fondo, los temas que se tratan son universales y aplicables al mundo muggle. Lo que más me gusta de Rowling, en este sentido, es que no es nada maniquea describiendo acciones y personajes. Un personaje que debería "ser" el "bueno", tiene partes oscuras; y otros que parecen "malos", poseen alguna razón que los redime. El hecho de que se establezca ese paralelismo constante entre Harry y Lord Voldemort, demuestra bien a las claras la ambigüedad de esa lucha del Bien y del Mal. Por otra parte, lejos de mostrar a los magos como una criaturas idílicas los describe como racistas (desprecian a los muggles, incluso los personajes "buenos"), recelosos, genocidas (mandan exterminar a otras razas, como los gigantes), enfrentados en terribles luchas por el poder (veáse la lucha entre Cornelius Fudge, ministro de magia y sus acólitos contra Dumbledore, al que acusan de subversivo, y a la vez contra los mortífagos rebeldes), crueles (la prisión de Azkaban es un lugar terrorífico que las leyes muggles desde luego no permitirían; la sola presencia de los dementores sería considerada como un crimen contra la humanidad; y no nos olvidemos de la profesora Umbridge que tortura literalmente a Harry y es una tirana de mucho cuidado), clasistas (tienen establecidas categorías en su propio mundo, los sangre pura, los mestizos, los hijos de muggles...), esclavistas (tienen de esclavos a los elfos domésticos, que además no pueden rebelarse contra las órdenes y si lo hacen se autocastigan). Y las criaturas que lo pueblan, tampoco son una joya. Los centauros también odian a los humanos, son vengativos y capaces de asesinar a quienes violan sus bosques. No, definitivamente, no es un mundo ideal el de los Magos, sino más bien siniestro, truculento, y en algunos aspectos terrorífico (los dementores) 

Entre los hechos que me han llamado la atención está la ausencia total y absoluta de menciones a la religión. Sí, se dice que celebran la Navidad, pero no hay comentarios sobre Dios, en cualquiera de sus cultos o sobre el significado de esos "ritos" (lo único que se menciona relativo a la Navidad, por ejemplo es la costumbre de besar debajo del muérdago) Una se pregunta si esos niños son paganos o ateos, que es lo más probable, aunque tal vez Rowling no lo diga explícitamente para no meterse en camisa de once varas. Muy curiosa es la charla que mantiene Harry con un fantasma acerca de la vida después de la muerte, en la cual el fantasma se niega a hablar de ello y confiesa ¡su desconocimiento sobre el particular! No se menciona a Dios, pero la muerte es algo constante en este libro, y Harry, afectado por una defunción próxima, siente la inquietud de saber. 

Otro hecho curioso es el talante esclavista de los magos, que ya mencioné de pasada. Todos los magos, a excepción de Hermione, tratan con condescendencia o desprecio a los elfos y se burlan incluso de su intento por "liberarlos", llegando a afirmar que no quieren dejar su estado. La chica pertenece precisamente a una asociación para salvar de la servidumbre a estas criaturas atormentadas. 

Un apartado especial para los personajes, en los que se centra la acción. 

Rowling profundiza en la personalidad de Harry, al que define en este libro como atormentado, alterado por las hormonas, iracundo, desagradable, malhumorado y con unas respuestas a veces teñidas de sarcasmo, un poco bruto e insensible, tímido con la chica que le gusta y poco hábil para manejar ese tonteo adolescente. Sufre cuando le prohíben jugar al quiddich; es torturado por la profesora Umbridge hasta derramar su sangre; se atormenta al descubrir en el pensadero de Snape, que su padre, al que tenía en un altar era a su edad un elemento indeseable y repugnante, que se divertía metiéndose con Snape, solo porque era "diferente". Estas escenas me han gustado bastante. Cuando él ve el pasado, a James Potter y a sus amigos, Lupin, Peter y Sirius, y a su madre defendiendo a Snape. Se cuestiona entonces muchas cosas; quiere explicaciones de ese comportamiento, como cualquier chico al que se le rompen los mitos de infancia, como rito de paso a la edad adulta. 

Ron está más desdibujado, y casi solo aparece como víctima de las bromas y burlas de Draco y sus amigos. No parece un personaje por el que Rowling sienta mucha predileccion, ya que apenas describe su vida interior. 

Hermione me ha gustado. Es la chica sensata, lógica, inteligente, que urde estrategias para salvar a sus amigos; es responsable y racional, y tiene compasión hacia los demás seres. Es una maga atípica, en este sentido. Es la mejor consejera de Harry incluso en materia de amores, y le revela lo que ha hecho mal con Cho, la chica que le gusta a Harry. 

La figura de Dolores Umbridge ocupa el rol de antagonista, llegando a extremos realmente preocupantes; Dumbledore está oculto hasta casi el final, donde retoma su papel de sabio, poderoso, perfecto y puro; McGonnagall tiene más protagonismo que Dumbledore e incluso protagoniza una violenta escena que la lleva al hospital; Draco es malísimo sin matices; Sirius no me cae bien, y está para lo que esta; Lupin casi no sale; Hagrid es raro... 
En fin... 

En resumen, una novela muy extensa, que no alcanza buena puntuación literaria, pero que fascina como mundo, y que trasciende el ámbito de la literatura para convertirse en un fenómeno social o nuevo mito, como El Señor de los Anillos. Lo que más me ha gustado ha sido lo menos fantástico, aunque al final, Rowling recuerda que escribe para jóvenes y vuelve a las varitas, encantamientos y similares... 




Es supermillonaria. Ella sí que sabe hacer magia, jajja 
J. K. Rowling, genio y figura






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