miércoles, 26 de marzo de 2014

En el país de la nube blanca, de Sarah Lark

Editorial: Ediciones B
750 páginas
21 €
Ebook: 9,99 €

Argumento:

En 1852 Gwyneira Silkham y Helen Davenport, dos jóvenes de diferente clase social, viajan a Nueva Zelanda para casarse con unos hombres a los que aún no conocen.

Comentario:

«En el país de la nube blanca» es la clásica saga familiar con toques de culebrón en la que transcurren decenas de años (la acción comienza en 1852 y termina en 1877) y por la que desfilan gran cantidad de personajes con mayor o menor protagonismo.

Una de las primeras cosas que se perciben es que  la prosa es correcta, la autora tiene capacidad para utilizar la elipsis cuando lo cree necesario y para transmitir más de lo que se dice en realidad en los diálogos y la narración en tercera persona, consiguiendo que al leer se puedan intuir algunas de las cosas que van a pasar con bastante antelación, siendo más sencillo para quienes tengan experiencia en otras lecturas de este género.

Las protagonistas principales de gran parte de la novela son dos mujeres, Gwyneira (Gwyn) Silkham y Helen Davenport, si bien con el transcurso de los años, lógicamente, van cediendo terreno a otros personajes.

Gwyn y Helen parten de diferentes orígenes (una es la hija de un magnate de la lana galés y la otra institutriz) y formas de ser (una es más rebelde y la otra más «convencional») para compartir la igualdad de condiciones que conlleva la llegada a un nuevo mundo (Nueva Zelanda) en desarrollo.

Así ambas se casan con hombres a quienes apenas conocen y no son lo que aparentan en una primera impresión (Lucas Warden es un joven atractivo con temperamento artístico y Howard O'Keefe envía una carta que fascina a Helen), lo cual marca el inicio de una serie de hechos un tanto… contradictorios. Por una parte las dos se muestran resignadas a mantener unos matrimonios sin amor, algo que daría cierto «realismo» a la novela, y por otra de vez en cuando les da por realizar actos propios de mujeres de épocas más recientes (Gwyn y James McKenzie).

Tanto las protagonistas como el resto de los personajes sufren multitud de experiencias, algunas muy duras, quizá para mostrar cómo era la vida en Nueva Zelanda en aquella época, lo que da cierta sensación de credibilidad y verosimilitud que se desvanece en parte según avanza la obra con la resolución, en ocasiones demasiado feliz de algunas de las tramas. Para ello utiliza la oportuna desaparición de algunos personajes o la reaparición de otros, como el ex alumno de Helen, George Greenwood, que llega de Inglaterra al cabo de los años, o varias de las niñas que viajaron con ellas al nuevo mundo, dando muestra de la planificación realizada por la autora, que dota de utilidad y relevancia incluso a los personajes secundarios.  

Sus más de 700 páginas hacen que la novela sea inevitablemente prolija y desigual, tanto en la profundidad con la que se retratan personajes y situaciones como en la imposibilidad de mantener el interés en todo momento, observándose frecuentes altibajos de ritmo, sobre todo pasado el ecuador, cuando el protagonismo se dispersa entre más personajes para abarcar otro tipo de situaciones, lo que incluye una presencia mayor de los habitantes originales del lugar y, en el último tramo, de un apresurado paso de los años sin hacer apenas hincapié en la evolución de alguno de los protagonistas principales (Helen).

En resumen, una saga familiar correctamente redactada, con suficiente cantidad de drama, romance y ambientación «histórica» como para interesar a quienes gusten del género. 

Nota: «En el país de la nube blanca» es el primer tomo de una trilogía que continúa con «La canción de los maoríes» y «El grito de la tierra», ambas publicadas en Ediciones B.


***T***


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1 comentario:

  1. Estoy terminando de leer la tercera y última novela de la saga de la Nube Blanca, esto es El Grito de la Tierra. He leído esta historia familiar en más o menos 3 semanas. Un placer internarse en Nueva Zelanda con la pluma de Sarah Lark. Contexto histórico bien documentado, acertada descripción de la geografía del país, detalles interesantes de las costumbres, tradiciones y el prototipo de los maoríes, los aborígenes de N.Z. , establecidos en la Isla Norte y la Isla Sur.
    Se ha dicho que Sarah Lark es insuficiente en el análisis de la cultura maorí. Hay que considerar que ella no es antropóloga ni etnóloga y que propósito de su obra es referirse a la trayectoria de una familia de colonizadores blancos rodeados por el entorno propio del pueblo nativo con el que se relacionan y comunican creando un ambiente de interculturalidad, pero sin abandonar las costumbres y tradiciones propias de su identidad europea. Su propósito no es la cultura maorí en sí misma y como centro de la obra; la incluye porque es parte fundamental del paisaje en que se enclava la evolución de las familias Warden-O'Keefe - MacKenzie - Greenwood - Lambert como asimismo las de otras que figuran en segundo plano.
    Santiago de Chile, Sudamérica, 8 de Abril de 2017.-

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