lunes, 24 de agosto de 2015

Agatha Raisin y el veterinario cruel, de M.C. Beaton

T.O.: Agatha Raisin and the Vicious Vet, 1993
Editorial: Círculo de lectores
Traducción: Vicente Campos
220 páginas
17,50 €

Argumento:

Tras el «accidente» sufrido por el nuevo veterinario, Agatha Raisin decide investigar si en realidad se trata de un asesinato, tal como sospecha.

Comentario:

Si bien esta segunda entrega de las aventuras de Agatha Raisin tiene bastantes similitudes con su predecesora (un crimen que parece un accidente hasta que la protagonista decide investigarlo, visita de Agatha a Londres con el fin de contrastar la vida en la ciudad y en el campo, conversaciones con multitud de sospechosos y enfrentamiento final, a solas, con el criminal), en esta ocasión la autora parece haber controlado ciertos «excesos» que lastraban la lectura de Agatha Raisin y la quiche letal, en especial las eternas descripciones que no aportan nada a la narración.

La misma señora Raisin resulta menos desagradable que en la obra anterior, quizá porque la autora la ha «humanizado» dotándola de dudas, sentimientos románticos que la hacen sufrir y vulnerabilidad, lo cual le confiere además una mayor profundidad, al igual que al coronel James Lacey, vecino e interés amoroso, que se erige en un coprotagonista con entidad propia: aterrado ante la idea de comprometerse, confuso acerca de las intenciones de Agatha, que se suma a la investigación para no tener que escribir el libro que se ha propuesto y resulta, en suma, el perfecto compañero de aventuras, detectivescas y sentimentales, para la señora Raisin.

La intervención siempre serena y lógica, aunque breve, del detective Bill Wong, que en esta ocasión presenta a su familia y la casa en que viven, y los excéntricos secundarios (casi todos sospechosos del crimen), cada cual con una o dos características que les definen y diferencian, completan una galería de personajes entre los que destacan el veterinario asesinado Paul Bladen (un seductor y estafador de mujeres por quienes finge sentir un interés amoroso) y Jack Pomfret, un ex colega profesional de la señora Raisin, con quien tiene un breve y desafortunado encuentro en Londres, que ayuda a que la protagonista empatice con las candidatas a asesinas. Sin olvidar a los gatos: Hodge y la nueva adquisición, Boswell, que tienen un importante cometido en la historia.

Aunque hay multitud de personajes con motivos para cometer el asesinato, es posible que alguien que haya leído muchas novelas del género no tenga mucha dificultad para deducir la identidad de la persona que ha asesinado al veterinario, algo que no tiene porqué disminuir el placer de leer una novela de misterio de estilo clásico, ligera y entretenida.

Cita de la novela:

«Sí que estamos removiendo porquería, Agatha —dijo con un suspiro, y se volvió para mirar el pulcro bungaló—. ¿Sabes? A veces, cuando volvía a casa de permiso, miraba las casitas como ésta desde el tren e imaginaba vidas acogedoras y tranquilas. Pero qué espantosos dramas emocionales se esconden tras las fachadas de estas casas con nombres tranquilizadores como Mon Repos o Shangri-La, qué caldos de cultivo para el asesinato.»

***T***


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viernes, 21 de agosto de 2015

La Casa de las Miniaturas, de Jessie Burton

La casa de las miniaturas
The Miniaturist
Jessie Burton
Traductor: Carlos Mayor Ortega
Salamandra Ediciones
448 páginas


Argumento:

La joven Nella llega a la casa de su marido, al que no conoce, en Ámsterdam, y se encuentra con un frío recibimiento. La vida de casada no es como esperaba... y su nueva familia es un ramillete de misterios y secretos inconfesables. Para colmo, una misteriosa (también) miniaturista le adivina el futuro por medio del envío de muñequitos.

Comentario (con SPOILERS):

Me esperaba más de esta novela a la que algunas críticas ponían bien, y que, encima, venía avalada por un notable éxito internacional, ¡y hasta por premios! En realidad, se trata de la enésima versión de lo que ya debería ser un nuevo subgénero: la seudo "qualité" para masas. Una novela que se las da de obra de calidad pero que recoge todos los tópicos, clichés, carencias, estructuras y hechuras de un bestseller estilo dramón telenovela. Algo en la línea de Kate Morton y similares: protagonista (s) femenina (s) con sus característicos problemas también "femeninos", un misterio (o dos), amores prohibidos, toques sentimentales, ambientación histórica superficial...

La prosa, lo único salvable, y que a veces disimula un poco (solo un poco) la verdadera naturaleza de la obra, es bastante ágil y sencilla. A veces incluye alguna imagen o metáfora medio original, al lado de soluciones  vulgares. El hecho de que el libro esté narrado en presente, lejos de acercarme a los acontecimientos y personajes, me ha alejado, algo a lo que también ha contribuido el tono entre grandilocuente y melodramático, y la extrema seriedad con la que se cuenta una historia que no da para mucho y de la que, en muchas partes, me he desenganchado porque no me interesaba.

Los personajes son tan planos como la propia Holanda. El ritmo es "pausado" y la trama bastante pobre y divagante. Por un lado, tenemos a la protagonista, Nella, una joven de dieciocho años, cuyos comportamientos y reacciones no encajan con su situación y su edad, que se enfrenta a los secretos de su nuevo hogar (su distante esposo, su rígida cuñada, sus extraños criados), y por otro, el misterio de la miniaturista que da título al libro, y que parece tener una capacidad paranormal para ver el futuro de  los habitantes de Ámsterdam. No podria decir que ambas tramas confluyen al final porque mentiría. A decir verdad, si quitáramos la línea argumental de la casa de muñecas poco cambiaría la historia. Y extrañamente, teniendo en cuenta la cantidad de párrafos que le dedica la autora a ese misterio, al final no conduce a nada. O peor aún, conduce a una resolución absurda que no aclara el "misterio" pero crea otros nuevos, como el hecho de que la evasiva artesana se llame igual que la protagonista y desaparezca de pronto. Ni qué decir que tal personaje es absolutamente inverosímil no solo en la edad de oro holandesa sino en cualquier momento pasado o presente.

La vía muerta de esa subtrama me ha resultado más sorprendente que los dos puntos de giro de la novela, que se ven venir a tres kilómetros. El primero de ellos, el descubrimiento de la homosexualidad del marido, se cuenta en una escena especialmente torpe y poco creíble: desde que empieza, ya sabes que está en el libro para lo que está y que va a pasar lo que esperas. ¿Un hombre que sabe que la sodomía está penada con la muerte recibe a su amante en su oficina, rodeado de sus colegas, y sin cerrar la puerta? ¿En serio la esposa lo pilla in fraganti justo el único día que se le ocurre salir de casa y se dice: pues voy a ir a su oficina, así sin avisar, sin motivo y sin sospecha alguna? También resulta increíble la extraordinaria tolerancia de Nella, quien tras una breve duda, no solo comprende las debilidades del marido sino que incluso entabla con él una fuerte "complicidad" y amistad, basadas en las dos o tres veces que han coincidido en casa, ya que él se pasa la novela viajando o fuera del hogar. Un poco más creíble es que acabe cayéndole simpática la cuñada, que esconde un secreto aún más previsible que el de su hermano y muy de culebrón: otra relación prohibida, en este caso interracial y que quedará en evidencia como suele suceder en este tipo de historias.

La ambientación no está muy lograda. Puede que incluya datos sobre el comercio en Ámsterdam o sobre la administración de justicia (con algunos nombres en holandés para que veamos que se ha documentado y darle sabor local), pero mientras leía no veía la época, no solo por los comportamientos y formas de expresarse de los personajes sino por algunos fallos que sacan de inmediato de la historia. Un ejemplo, que podríamos achacar tal vez a la traducción: el uso de la palabra "dinamitar" en el contexto del siglo XVII, cuando la dinamita la inventó Alfred Nobel siglos después. O cuando dice que Nella ve alejarse a un personaje con las manos en los bolsillos del pantalón... Ni había "pantalones" ni las calzas anchas llevaban bolsillos (que son bastante más recientes). No son las únicas expresiones chocantes.

La autora intenta plasmar el drama de unas mujeres que quieren ser libres en un mundo de hombres, y la hipocresía de una sociedad de rigurosidad moral asfixiante, pero no logra conmover ni recurriendo a trucos de telenovela. La obra no analiza esas temáticas en profundidad en ningún momento. Es más, ni siquiera es emotiva. Y encima es muy larga para lo que cuenta.

En resumen, una novela "femenina" de las muchas que pueblan nuestras librerías, que no aporta nada ni sobre el momento histórico en el que se ambienta ni sobre lo que supuestamente denuncia, llena de tópicos, escenas efectistas y recursos de folletín que ni siquiera logra emocionar, que ya es lo mínimo que se le pide a un bestseller.


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lunes, 10 de agosto de 2015

Estilo rico, estilo pobre, de Luis Magrinyà

Estilo rico, estilo pobre: Guía práctica para expresarse y escribir mejor
Luis Magrinyà
272 páginas
Editorial Debate


Argumento:

Análisis de diversas cuestiones de estilo de la lengua castellana, en tono desenfadado y ligero, con ejemplos variados.

Comentario:

A diferencia de otros libros de estilo o con vocación de libro de estilo, este que nos ocupa no da normas ni pautas para seguir. No al menos de un modo categórico. Para mí, en este punto se encuentra su originalidad y también su debilidad, puesto que si bien es adecuado cuestionarse el rigor con el que a veces se condenan los malos usos del idioma (y el autor pone numerosos ejemplos de supuestas incorrecciones que antes no lo eran, y viceversa, por pura evolución del lenguaje), una persona que se acerque a este libro para utilizarlo como manual o guía lo tendrá difícil para decidirse entre las diversas opciones que se plantean a la hora de redactar un texto.

Me ha gustado que el autor utiliza como ejemplos (a veces demasiados, que ocupan  páginas y quitan espacio para el texto interesante) fragmentos entresacados tanto de obras consideradas clásicas como de novelas contemporáneas de todos los géneros e incluso de blogs, foros de internet y otras formas de expresión escrita relacionadas con las nuevas tecnologías, todas ellas en plano de igualdad, sin jerarquías de valor literario, demostrando, como dice el refrán, que el mejor escribano echa un borrón.

También resulta interesante, más si cabe que su posible uso como manual de estilo, el estudio de la evolución de algunas expresiones y términos, y como dichos, palabras o usos que nos parecen increíblemente modernos tienen sus raíces en tiempos lejanísimos. Incluso muchos de los "errores" que se ven a menudo en novelas, periodicos y otros medios vienen de antiguo, del siglo de Oro o de la Edad Media. Esta visión del lenguaje como un instrumento en continuo cambio y evolución, donde la norma casi parece establecida por "capricho" resulta inquietante a la par que realista. Así pues, las reglas se convierten en mera convención, en algo que si lo pensamos bien, entra en contradicción con la propia función de la RAE y otros observadores y vigilantes del idioma.

Esto es lo que no me ha gustado del libro, que no da soluciones, solo plantea situaciones y preguntas, pero no sirve para aquellos que necesiten una pauta o un criterio. Si todo vale, si todo cambia y todo es arbitrario ¿para qué la norma? Resulta difícil defender la existencia de reglas de redacción (y hasta de gramática) si aceptamos la provisionalidad de los usos.

El libro, formado por varios artículos unidos (se nota), y dividido en dos partes, está escrito con amenidad, buena redacción y mucho sentido del humor (otro punto positivo). A veces es demasiado ligero pero eso no desentona de la temática y del mensaje. Para mi gusto, hay un exceso de ejemplos que cortan la lectura y que en muchas ocasiones invitan a saltárselos. La organización por temas y "malos usos" está bien (por ejemplo, las consideraciones sobre los verbos "de decir" en las acotaciones de los diálogos), aunque se nota bastante deudora de su carácter de reunión de artículos.

En suma, una obra para curiosos del lenguaje, pero no para quienes busquen un manual de estilo riguroso y claro.


 
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