jueves, 28 de abril de 2016

El Tiempo es el que es (El Ministerio del Tiempo: la novela), de Anaïs Schaaff y Javier Pascual

El tiempo es el que es (El Ministerio del Tiempo, la novela)
Anaïs Schaaff y Javier Pascual 
Editorial Plaza y Janés
253 páginas


Argumento:

Un extraño aviso escrito en un códice medieval solicitando auxilio es el punto de partida de la primera misión (en este libro) de Amelia, Julián y Alonso, quienes deberán desplazarse a la Edad Media para averiguar quién lo envía. En la segunda misión, el trío se enfrentará a un robo a bordo de un navío de la flota de Indias. Finalmente, habrán de colaborar con los aliados para que la misión Carne Picada, en la II Guerra Mundial, logre sus propósitos contra los nazis.

Comentario:

Esta obra forma parte del "merchandising" de la serie de televisión "El ministerio del Tiempo", emitida por RTVE, y que, en el momento en que escribo este comentario, va por su segunda temporada. Es importante indicar, para los seguidores de la serie, que son el público objetivo de esta historia (hay referencias y circunstancias que solo quienes sigan habitualmente las aventuras de los tres protagonistas entenderán), que, como se avisa en el prólogo, el arco temporal relatado va entre los capítulos 19 y 20 de la citada segunda temporada. Huelga decir que eso implica la existencia de spoileres o revelaciones de algunas de las tramas seguidas a lo largo de la serie, como la de Lola Mendieta.

En realidad, aunque lo han agrupado todo en un solo volumen, podría decirse que se trata de tres historias, relacionadas, más o menos, entre sí, y con el nexo de las patrullas y viajes en el tiempo de Amelia, Julián y Alonso (los personajes principales de la serie). La primera historia, que es, además, la más breve, para mi gusto es la peor, ya que me recuerda bastante en su planteamiento y situaciones al capítulo que abre la segunda temporada, dedicado al Cid. Este relato, curiosamente, también está ambientado en la Edad Media, y también toma como partida un personaje heroico y semi legendario, como Bernardo del Carpio (que, según algunos cantares de gesta, fue quien mató al héroe francés Roldán en Roncesvalles). La parte más elaborada, por el contrario, creo que es la última, dedicada a una operación de inteligencia en la II Guerra Mundial, con la participación de Lola Mendieta, cuyo origen, biografía e inicios se revelan.

Tratándose de la novelización de un guion no cabe esperar grandes alardes literarios, y desde luego, no los hay. La prosa es simple, que no sencilla, y los recursos narrativos toscos y funcionales, sobre todo al inicio. Se nota que se introduce la "documentación" sobre los personajes históricos o seudohistóricos que se encuentra el trío protagonista con un afán didáctico y de un modo algo rudimentario (tirando de Wikipedia, a veces, literalmente). Apenas hay descripciones o ambientación "literarias", limitándose la redacción, supongo, a transcribir el guion.

Los personajes, despojados de la vida que insuflan los actores de la serie, resultan demasiado planos y esquemáticos, muy ceñidos cada uno a sus tics o características básicas. Vamos, que cada uno hace lo que esperamos que hagan, sin sorpresas, evolución o pensamientos elaborados. Tampoco entre ellos avanzan las interacciones atisbadas y apuntadas en la serie, con lo cual los conflictos humanos pasan a un segundo plano en beneficio de la aventura y la acción. Los diálogos pierden mucho sobre el papel: son demasiado básicos, aunque también es cierto que se impone la narración pura sobre el diálogo.

El interés de esta novela depende mucho de la afición que se tenga por la serie. Los fans quizá verán satisfechas sus expectativas al descubrir aspectos desconocidos de algún personaje secundario, pero siempre desde un nivel de exigencia no muy alto en lo artístico.

Lo mismo que reza el título: El tiempo es el que es, esta novela "es lo que es" y para lo que es. 
En resumen, un producto entretenido y fácil de leer que los fans de "El ministerio del tiempo" disfrutarán, siempre y cuando no esperen una prosa o redacción de nivel elevado.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

lunes, 25 de abril de 2016

Maestra, de L.S. Hilton

Maestra
L.S. Hilton
Traductor: Santiago del Rey
Roca Editorial
352 páginas


Argumento:

Judith trabaja en una casa de subastas londinense, pero descubre un fraude en un cuadro y es despedida. A partir de ahí, inicia una carrera criminal de lo más sangrienta.


Comentario (con spoilers):


Según la publicidad de esta novela se trata de: "El gran thriller de 2016 que atrapará a los lectores de La chica del tren y la serie Millenium de Stieg Larsson." Y también la comparan con las "50 sombras de Grey", cómo no. Una vez leída la obra, vemos que, tal y como sospechábamos, el único parecido de "Maestra" con estas otras novelas es que son bestsellers.

La historia, narrada en primera persona por Judith, una joven de clase baja que tiene un empleo en una casa de subastas de arte, empieza más o menos bien (si obviamos esa especie de prólogo estúpido en un club de sexo, que da a entender, engañosamente, que se trata de una novela erótica). La voz narrativa tiene su gracia. Se trata de una mujer irónica, inteligente, fría, hija de alcohólica, que ha tenido que estudiar y luchar para hacerse un camino en un mundo descrito de forma implacable como machista y clasista a más no poder. Es despreciada por su jefe, se la envía a los peores trabajos, los clientes la intentan violar (pero ella no denuncia), la tratan de tonta, etc, etc. La disección implacable de las miserias del mercado del arte, con sus falsificaciones, sus estratosféricas cotizaciones, el lavado de dinero y la frivolidad de los millonarios, es con diferencia, lo mejor de la novela. Esta parte, que dura bastante para ser una presentación, termina bruscamente con el despido de la protagonista, que decide, sin mucho sentido ni motivo, irse con un cliente del club de sexo antes mencionado, un tipo que ni siquiera le gusta, y su "amiga", a pasar unas vacaciones a la Riviera.

A partir de ahí la novela cae de manera estrepitosa en los pozos de lo increíble (en el sentido de no creíble). Atónitos, asistimos a la transformación repentina de la protagonista en una psicópata asesina en serie, ladrona y estafadora, carente por completo de sentimientos, y cuyo único temor durante su orgía de crímenes y viajes de placer y negocios por Europa es que la detengan. El primer muerto lo puedes perdonar, ya que se trata, en cierto modo, de un accidente, pero los siguientes... Sinceramente, no puedo comprender que una persona, de repente, y sobre la marcha, sin haberse dado a entender antes que tenía esas "tendencias" o sin una reflexión previa del personaje que nos haga ver sus motivos, planifique elaboradas tramas para deshacerse de los cuerpos (algunos los descuartiza, es una experta en todo), limpiar las escenas de los crímenes, hacerse con armas de fuego y toda la panoplia de robos, engaños y fraudes.

La protagonista, además, tiene mucha suerte. A Judith no le cuesta nada en absoluto encontrar hombres ricos y tontos que solo por su belleza se la llevan a sus yates, la mantienen durante largos periodos de tiempo, le dan dinero, la ayudan con sus negocios sin saber ni quién es en realidad, a cambio de un poco de sexo, claro. Vale que sea cierto lo del refrán que dice que "tiran más dos tetas que dos carretas", pero estos tipos se fían todos de una mujer bastante sospechosa. La autora hace un retrato de los hombres muy deprimente, pero las mujeres tampoco salen nada bien paradas. Los unos son criaturas de escasas luces que por sexo hacen lo que sea, las otras, caras bonitas que se hacen pasar por tontas para cazar marido rico. A pesar de que puede sonar a crítica, a veces te asalta la duda de si la autora no estará cayendo en lo mismo que critica, ya que Judith, que al principio nos muestran como una joven desinhibida en lo sexual, que experimenta prácticamente con todo lo experimentable y que no desea ni tener novio ni marido ni nada de eso tan convencional... ¡resulta que es una loca psicópata! O sea, que ya estamos asociando "mujer liberada" con "mujer mala". En descargo de la autora, hay que decir que si Judith no fuera tan desinhibida ciertamente no habría podido llevar a cabo esas "hazañas" criminales, ya que es con el sexo con lo que engatusa a los hombres.

De igual modo, me ronda la incomodidad al pensar que la autora considere que una chica de clase baja, nacida en familia desestructurada, tenga como único camino para medrar el crimen. No parece suficiente justificación que a una la despidan para que comience una carrera de asesinatos. Creo que esta parte no está bien tratada. Deberían haberse mostrado motivaciones más fuertes para que entendamos a la prota. Al principio, empatizas con ella, hasta que se va a la Riviera, que es donde cambia la novela de tono, la protagonista de personalidad y todo se va al garete en cuando a credibilidad.

Dicho esto, hay que admitir que hay algunas partes de la novela que no están tan mal escritas, como el inicio, con la presentación del mundo cotidiano de Judith, su visión irónica de las cosas, la crítica del mundo del arte, de la sociedad británica... Si hubiera seguido por esta línea más literaria y realista, la novela habría ganado muchos enteros (pero, claro, no la podrían vender como "Thriller bestseller" citando a los bodrios mencionados al inicio de esta reseña).

Las escenas de sexo, que parecen formar parte de otro tipo de obras (redacción seca, mecánica, pornográfica), están metidas a veces como con calzador, solo por mostrar a la protagonista tirándose a diversos hombres y mujeres sin mucho sentido (narrativo). Algunas de estas escenas meten un parón en medio de la trama, que rompe el ritmo (como su lío con el noruego Jan). Relacionado con la psicopatía de la protagonista, resulta chocante que tenga ganas de sexo en situaciones  en las que se ve amenazada o incluso con tipos que podrían ser sus enemigos y meterla en problemas.

La autora (y la narradora) utiliza la imagen del cuadro de Artemisia Gentileschi, "Judith y Holofernes", como una metáfora de la historia, que contiene muchas de las claves temáticas: mujer en un mundo de hombres, agredida por estos, que se toma su venganza (la Judith bíblica cortó la cabeza de Holofernes, como ella hace con otro de los personajes). Sin embargo, la autora (o la narradora) olvidan que tanto Artemisia como Judith tenían motivaciones comprensibles por el público para hacer lo que hicieron (la pintora denunció a su preceptor, que la violó en el taller de pintura, y ganó el juicio; la Judith judía luchaba por su pueblo), algo que le falta a la Judith de esta novela...

Y al final, resulta que sí, que la autora cae en lo mismo que critica, pues la protagonista termina siendo como todos los demás tiburones del mundo del arte, solo que después de haber matado a cuatro o cinco personas por el camino (y lo que le falta, ya que, ¡oh, espanto! se trata de una trilogía...)

En resumen, una novela que se lee fácil, que tiene cierta gracia al inicio con la descripción del mundillo del arte, de la alta sociedad, del clasismo y machismo, etc, pero que luego cae en picado y solo remonta en partes muy puntuales de la historia, con una trama retorcida y difícil de creer (o directamente, imposible), escenas de sexo frías y mecánicas, escenas de asesinatos y descuartizamientos frías y mecánicas, con una protagonista que hubiera podido dar más juego de haber estado mejor justificada en sus acciones de forma que pudiéramos entender por qué hace lo que hace, y aunque sea una asesina, al menos empatizar un poco con ella.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

miércoles, 20 de abril de 2016

Los ángeles de hielo, de Toni Hill

Editorial: Grijalbo, 2016
464 páginas
19,90 €
Ebook: 9,99 €

Argumento:

Barcelona, 1916. El psiquiatra Frederic Mayol decide investigar los misteriosos hechos sucedidos años antes en el sanatorio donde empieza a trabajar, cuando el edificio acogía un internado para muchachas de buena familia.

Comentario:

«Los ángeles de hielo» es una novela en la que, en ocasiones, sus «excesos», entre los que se incluyen tanto varias tramas irrelevantes para el desarrollo de la historia principal como otras a las que se da más importancia de la necesaria, pueden confundir acerca de la finalidad de la obra.

Entre estas tramas se encuentra la correspondencia entre el protagonista y Anna, hija de Sigmund Freud, y las referencias a la vida familiar de ella, así como las menciones de diferentes libros que el psicoanalista recomienda a Mayol, o las escenas relacionadas con la primera guerra mundial, que alargan mucho la novela, siendo su importancia relativa para la comprensión de la historia.

La trama centrada en las relaciones familiares de Frederic: la compleja relación entre sus progenitores, Claudine y Horaci, o la historia de este con Montserrat, ocupa páginas y páginas, cuya relevancia es tan escasa que, si se eliminase, no solo no afectaría a la trama principal sino que, además, dotaría de mayor fluidez a una narración que parece estancarse en demasiadas ocasiones.

También hay detalles poco convincentes, por ejemplo la inclusión de Sebastián Freixas como narrador ocasional de ciertos hechos. Tanto en la larga introducción como en las cartas que invaden la narración sin mucho sentido en los momentos más inoportunos o el relato de dos escenas protagonizadas por Blanca Raventós, cuyo contenido, incluidos pensamientos de la protagonista, no puede conocer, da la sensación de actuar a modo de narrador omnisciente en sustitución del autor.

En cuanto a los personajes, las sensaciones son desiguales. Mientras que el diario de Águeda hace de ella un personaje tan interesante como complejo, resulta difícil empatizar con un Frederic cuyas tramas, siendo a veces tan dramáticas, resultan también frías, distantes. El resto de los personajes, de mayor o menor importancia para la historia, se describen lo necesario para cumplir con el papel que se les ha adjudicado, si bien hay algunos (Blanca, Biel, Robí, Alcázar) que destacan sobre el resto, quizá debido a la importancia de su cometido.

Todo esto, que podría resumirse en la impresión de que el autor se ha enamorado tanto de la documentación consultada para escribir su obra que no ha sido capaz de sustraerse a incluir más de la necesaria, se ve compensado por otros detalles, entre los que destaca una cuidada planificación que apenas deja cabos sueltos, quién sabe si deliberadamente o no.

Entre los mayores logros de la novela está su capacidad de sorprender, siendo el punto culminante el giro argumental a mitad de la narración que hace replantearse cualquier sospecha que se tenga, seguido por otros quizá menos impactantes pero igual de eficaces, inesperados y valientes por lo que concierne al destino de algunos personajes.

Destaca además la ambientación de algunos pasajes, especialmente lograda en la descripción del Colegio de los Ángeles hecha por Águeda en su diario, dotando al edificio de una atmósfera misteriosa y enfermiza que se mantiene más tarde, ya reconvertido en sanatorio. Los inquietantes dibujos de Estrada también contribuyen a crear ese aire de inquietud,duda e intriga que impele a continuar leyendo.

En resumen, «Los ángeles de hielo», pese a algunos escollos de diferente importancia, es una novela bien planificada, con capacidad de sorprender sin hacer «trampas» más allá de dosificar la información para lograr que se sospeche  lo que no es, inquietante, misteriosa, con giros argumentales «creíbles», correctamente redactada y con el aliciente poco habitual de lograr que no se quiera dejar de leer hasta conocer el desenlace.


***T***


¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

jueves, 14 de abril de 2016

El Sistema, Ricardo Menéndez Salmón

El Sistema
Ricardo Menéndez Salmón
Seix Barral
Premio Biblioteca Breve 2016
328 páginas


Sinopsis:

El Narrador vigila desde su solitaria estación meteorológica que ningún extraño entre en el Sistema de Realidad, que, en realidad, es nuestra Europa en un futuro no tan remoto. Pero un día, harto, decide abandonar su puesto e iniciar un inquietante periplo que lo lleva hasta la Academia del Sueño y, después, a emprender una singladura en barco junto con varios extraños que lo han secuestrado


Comentario:

Uno de los debates recurrentes de la literatura es el de si es más importante la trama o la forma, la intriga del argumento o el placer estético, lo qué se cuenta o el cómo. El autor de este libro parece tener clarísimo que la forma está por encima de cualquier otra consideración. Sospecho que es de esos escritores que piensan que la trama es burguesa y reaccionaria, y que, por lo tanto, no merece la pena ni urdir una para colgar de ella todas esas bonitas palabras. Esos escritores que olvidan, por lo demás, que la literatura consiste en contar historias principalmente.

Y es que "El Sistema" es una novela con una trama tan ligera que hasta podríamos considerarla prescindible. El punto fuerte es una prosa trabajada y exprimida hasta el limite de de las posibilidades de la lengua, cuajada de imágenes, metáforas y recursos originales, para nada convencionales ni trillados (aunque a veces excesivos), y sobre todo, en un tono lírico, desolado y casi apocalíptico, que nos sitúa en una Europa, devenida archipiélago, futura y distópica, en la que se atisban recuerdos de lo que fue, pero que en general resulta irreconocible.

En este artificio literario, la historia se divide en Protohistoria, Historia Antigua, Historia Moderna e Historia Nueva, y las personas en Propios y Ajenos, entendidos como los que habitan el sistema y los que están en el exterior. El sistema está formado por la Realidad y otras islas y países, como Empiria (Grecia) y la Innombrable (que para mí que es Alemania), y se articula en torno a objetos conceptuales como el Dado, la Caja, el Panóptico, el medidor de presencias y cosas por el estilo. También existen drogas que hacen que la gente no sueñe (simbolismo) y estaciones meteorológicas que vigilan que no lleguen extraños al sistema (simbolismo). Ya se lo pueden imaginar: todo eso significa "algo".

Aunque el libro entero está escrito en clave críptica o simbólica, si se prefiere, es posible adivinar en muchos pasajes el mensaje y los vínculos con nuestro presente, como menciones coyunturales a la crisis griega, que es, precisamente, lo que menos me ha gustado, ya que parece que se apunta a un tema de moda. También hay momentos en los que el discurso se superpone a la narración y nos "explica" en lugar de utilizar escenas para contar los temas, a modo casi de ensayo en tono poético (o panfleto, artísticamente redactado, pero panfleto a fin de cuentas, y en cierto modo tópico).

En algunas partes es demasiado obvio, pero durante la mayor parte de la novela es tan metafórico, poético y simbólico que no sabes ni de qué habla (bueno, a mí me ha pasado, pero no descarto que sea problema mío y de mis cortas entendederas). Siendo así, llega un punto de la novela en la que termina la fascinación por la deslumbrante y alambicada prosa y comienzas a preguntarte si eran necesarias tantas páginas o si el autor no se estará repitiendo y dando vueltas en torno a su creación, regodeándose en su capacidad lingüística  (o dicho vulgarmente, haciéndose una paja mental).

Los personajes son meros arquetipos para dar salida a las inquietudes del autor. El principal, llamado el Narrador, comienza como vigilante solitario de la estación meteorológica; escapa de ella y cae en manos de un tal Klein, y finalmente inicia un viaje en un barco llamado Aurora con un grupo de extraños personajes: un niño mago, un par de mellizos incestuosos, etc, etc, todos ellos símbolos de "algo", no lo olvidemos. Es muy difícil empatizar con cosas tan abstractas y conceptuales. En ningún momento sentí que me importara o conmoviera la aventura del Narrador ni de ninguno de los figurantes que lo acompañan en su viaje alegórico. Eso sí, está muy bien redactado; es una prosa apabullante.

Lo más logrado es el ambiente apocalíptico y surrealista de una tierra y una civilización en las postrimerías, un mundo que ha llegado a su Caída, habitado por seres (los humanos) que probablemente están a punto de ser sustituidos por criaturas posthumanas, como en un nuevo comenzar (simbolismo de Adán y Eva, del Arca). La prosa, como dije, fascina y deslumbra, pero no sé si a todos los lectores les bastará con sentirse fascinados y deslumbrados.

En resumen, un libro de elevado nivel literario y difícil comprensión (al menos para mí) que hará las delicias de los degustadores de la "qualité" más desaforada, amantes de las prosas elaboradas, acreedoras de premios literarios (y no me refiero al Planeta), pero que no atraerá mucho a los que busquen una historia, personajes, trama, intriga, esas cosas que solía haber en las novelas.


Fragmentos:
El niño que tenía miedo a lo desconocido, dijo mi padre, era un niño rico en climas. Durante el invierno, sitiado por los mariscales del frío, sentía miedo de los pozos profundos, del agua oscura, del silbido del tren amotinado en los túneles, de la nieve que caía sobre las tumbas de los cementerios; en verano y primavera, corriendo por playas y parterres, le subían por las ramas de sus huesos los espantos de los insectos innumerables, los terrores de las lunas de rostros picados de viruela, los fantasmas húmedos de la orina al despertar, los perfiles del hombre del saco escondido en el zaguán de una casa repleta de mujeres vestidas de luto que se reían de su inocencia; a comienzos del otoño, con el retorno a las clases, aparecería el miedo a desvanecerse en el seno de la costumbre, como una hoja mecida por dedos crueles, el miedo a los extraños que asaltaban a los chiquillos en las estancias del sueño, el miedo a los infatigables asesinos de padres y madres emboscados en las encrucijadas de los caminos, el miedo a que en un descuido, contenidas en un bostezo, una tos o un estornudo, se le escaparan por la nariz y la boca el apetito, la bondad, incluso la cordura. Claro que a la hora de escoger entre las muchas clases de miedo existentes, apuntó mi padre, la que más le atormentaba al niño era la del miedo a lo desconocido. Que se supiera, contra el miedo a lo desconocido no existía ninguna receta milagrosa, ni remedios encerrados en botellas diminutas y opacas: tan solo le quedaba a uno aguardar a que pasara como una sombra fugitiva, erizando el vello de los brazos hasta dejar la garganta seca, igual que cuando se lame una piedra.


Fuera, en la noche de verano, un cometa devasta el cielo. Una sombra a su derecha, cerca de la cabaña, lo distrae. Buena Muerte, desnudo, las manos pegadas a las caderas y los ojos pavorosos, una especie de héroe pagano, camina en círculos cada vez más estrechos, girando en un vértigo loco.  El Narrador pronuncia su nombre y avanza una mano hacia el derviche. Antes de tocar el cuerpo que no cesa de girar, comprende que el centinela es sonámbulo. Lo contempla un buen rato hasta que los círculos cesan, Buena Muerte se sosiega y regresa a la cabaña. Un halo de irrealidad late en la Estación. Dos danzas macabras en una sola noche. En ambas, la sensación de ser el único hombre vivo bajo el domo infinito.


Realidad está dividida en diecisiete Sustancias. Cada Sustancia tiene un Atributo y varios Accidentes. El Narrador nació, creció, estudió, se casó y fundó su familia en el Atributo de Sustancia 16. Sustancia 16 es una de las divisiones menos extensas y habitadas de Realidad. Es una Sustancia con una naturaleza espléndida, una tierra fértil y un clima benigno. El vigor de Sustancia 16 fue grande hasta hace décadas, pero una profunda crisis en sus sectores principales -minería, pesca, siderurgia- hizo que la demografía se estancara, la economía se resintiera y se produjera un éxodo de población hacia Sustancias más prósperas.

¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

jueves, 7 de abril de 2016

Olvidé decirte quiero, de Mónica Carrillo

Editorial: Planeta, 2016
320 páginas
19,50 €
Ebook; 12,99 €

Argumento:

Malena rememora su relación con Mario.

Comentario:

«Olvidé decirte quiero» tiene bastantes similitudes con la primera novela de su autora, «La luz de Candela»: narración en primera persona con distintos puntos de vista (en esta solo Malena y Mía), inclusión de breves relatos o poemas, generalmente al final de cada capítulo (que poco o nada aportan a la historia), o el amor romántico basado en la dependencia que sienten la protagonistas por hombres que no las merecen (Manuel en la otra y Mario en esta, son incapaces de amar, y definidos por ellas en base a su atractivo físico y a sus dotes amatorias), de la que intentan liberarse relacionándose con otros hombres.

También como en la novela anterior, apenas hay diálogos o interacción de Malena con otros personajes (excepto los hombres: Mario, Alejandro, 007... el resto, familia, su amiga Vega, apenas merecen la atención de la protagonista) a favor de una narración sustentada en juegos de palabras (si en la otra era con películas en esta es más con canciones), frases pretendidamente poéticas, rimas, reflexiones que quizá intentan ser profundas pero resultan tópicas, y más generalidades que hechos concretos. 

En cuanto a las intervenciones de Mía (la difunta perra de Malena, obsesionada por su oportunidad perdida con Lucas, el perro de sus sueños), que tal vez intentan hacer comprender a una protagonista que no puede enterarse cuáles fueron sus errores, pronto se dispersan en digresiones absurdas sin el ingenio y el humor que cree tener, además de un exceso de «humanización» (pensamientos y sentimientos imposibles en un animal), que restan eficacia y «seriedad» a un discurso que parece resumirse en: «… podemos calificar que los humanos sois, grosso modo, idiotas.»

Solo en el capítulo 49, cuando ya se ha relatado la relación de Malena con Mario y Alejandro, comparado ambos romances y descrito sus encuentros sexuales, la obra retoma la posibilidad de una defunción inminente que se suponía la premisa de la novela, asegura haberse despedido de todos y zanjado conversaciones dejadas a medias o nunca comenzadas, reflexiona brevemente sobre lo que pudo hacer y no hizo, lo que haría si tuviera una segunda oportunidad, si continuara con su vida… Y acaba.

En resumen, «Olvidé decirte quiero» cuenta, con algunas diferencias, la misma historia de amor, desamor, dependencia etc… que «La luz de Candela» sin aportar novedades, infrautiliza las posibilidades de análisis que ofrece la premisa argumental, reitera argumentos y justificaciones en un texto repetitivo en el que los capítulos de Mía, parecen digresiones sin utilidad, y acaba con un final tan abrupto como carente de sentido. Una novela que se diría escrita para gustar a un determinado tipo de lectoras (es difícil que interese a los hombres), quizá aquellas que disfrutaron con la anterior obra de la autora.


Citas de «Olvidé decirte quiero»:


Malena, capítulo 1:

« Me llamo Malena y es posible que muera hoy. Se me ha pasado tantas veces este macabro pensamiento por la mente que ahora no sé muy bien qué hacer, qué decir, ni siquiera sé qué sentir. ¿Y si finalmente muriera hoy? No digo hoy, sino ahora. En este preciso instante. ¿Cómo sería mi vida en mi ausencia?
 Y la nada más absoluta me responde con un silencio perturbador.»

Malena, capítulo 2:

« Siempre he sido muy miedosa. Tuve miedos desde niña. A estar sola, a tener pesadillas, a suspender, a hacerme mayor, a ser rara, a volverme loca, a gustar y a no gustar, a que me quisieran y a que no, a la vida y a la muerte.
Tuve miedo, incluso, a dejar de tener miedos. Pero ahora es distinto. Por primera vez, el miedo es real. Puedo morir. Puedo morirme yo. Es más, es posible que ya lo esté y no lo sepa porque nunca lo he estado antes. ¿Quién me dice que esto no es estar muerto? Nadie ha venido de la otra vida a explicarnos el camino de vuelta, que quizá sea este en el que me encuentro.»

Mía, capítulo 27:

«Nunca aceptaste que Mario no volviera, Male. Y menos aún que se fuera con esa perra. «Tan vulgar, tan poca cosa», decías en voz alta alguna vez mientras deambulabas por casa. Ojalá se hubiera fijado en alguien brillante, ¿verdad? Una mujer hermosa, rápida, aguda, perspicaz, con sentido del humor. Alguien que hubiera estado a tu altura, ¿no?»,


También en este blog:

- Reseña de «La luz de Candela»



***T***


¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)

lunes, 4 de abril de 2016

El Reino, de Emmanuel Carrère

 El Reino
Le Royaume
Emmanuel Carrère
Traductor:Jaime Zulaika
Editorial Anagrama
516 páginas


Argumento:

El autor, guionista y autor literario de éxito, nos narra los primeros tiempos del cristianismo, aprovechando un hecho de su biografía: su conversión (efímera) al catolicismo.


Comentario:


No podría denominar a esta obra "novela", ya que los hechos en ella descritos son en parte autobiográficos, en parte, relacionados con hechos históricos más o menos contrastados. En realidad, tampoco podría calificarlo como ensayo. Pertenece a esa moderna categoría híbrida, tan de moda últimamente, que trasciende los géneros, dentro de la no ficción.

Dividido el tomo en cuatro partes y un epílogo, el autor se centra, en la primera, en su experiencia con el cristianismo, como creyente de misa diaria. Durante esa época de su vida, llevó un diario con comentarios y pensamientos, que, años después, relee para conocer su visión cuando tenía fe. Para mí gusto, es el fragmento más interesante del libro, dejando aparte que pueda sobrar alguna anécdota (su experiencia con una niñera loca es un poco como de película de terror).

Las otras tres partes (organizadas según periodos cronológicos, que abarcan desde el año 50 d.c. al 90 d.c.) son una especie de remake de los Evangelios, sobre todo de los Hechos de los Apóstoles y de las Epístolas de San Pablo, aunque también hay alusiones a otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis, y cuyos principales protagonistas son el citado Pablo y Lucas.

En estas partes, Carrère comenta diversas cartas de Pablo, la figura central en la formación de lo que sería conocido como cristianismo, en un tono tirando a jocoso, bastante informal, de forma que el análisis de las primeras comunidades cristianas, sus diferentes facciones, el choque ideológico entre el mundo grecorromano y las nuevas ideas de Jesús y sus apóstoles, es muy asequible para personas no entendidas. De igual manera, hay numerosísimas alusiones también a otros documentos, como la obra de Flavio Josefo, sobre la rebelión de los judíos (contra los romanos) o las obras de historiadores romanos como Suetonio sobre la vida de los césares. El autor recurre a estas fuentes externas a los Evangelios para contextualizarlos y discernir qué puede ser histórico o qué inventado por los autores cristianos. Para Carrère está claro que Jesús fue un personaje real, aunque su interpretación, obviamente, es la de un ateo (después de ser cristiano, perdió la fe).

Esta parte, aunque entretenida, se alarga demasiado. Sin embargo, se lleva bien si se tiene interés por el periodo histórico o por la formación del cristianismo. El autor, además, lo cuenta con soltura y humor, lo cual no impide que caiga en la digresión con frecuencia, como cuando, de pronto, comienza a hablar del cine porno que tanto le gusta, las traiciones de Flavio Josefo o la vida cotidiana en Roma (esto es más interesante).

El libro, a pesar de su extensión, es ameno, aunque precisamente debido a ese gran número de páginas, a veces se repite en algún concepto o narrando algún pasaje (en varias escenas hay cierta sensación de «dejà vu»). El tono coloquial y divertido lo hace ágil, así como la prosa sencilla y las referencias a películas y series de televisión (el autor es guionista también), e incluso a sus propias obras (Limónov, Una novela Rusa, etc). Hace paralelismos con una serie que él creó, sobre gente que resucita, habla de la filosofía estoica, a la que compara con el budismo (él practica yoga), también cuenta un poco sobre los delirios de Philip K. Dick, etc. En realidad, habla de tantas cosas...
"Un sabio indio habla del samsara y del nirvana. El samsara es el mundo hecho de cambios, de deseos y tormentos en el que vivimos.  El nirvana, el mundo al que accede el iluminado: liberación, beatitud. Pero el sabio indio dice que 'el que diferencia el mundo del samsara y el del nirvana es porque está en el samsara. El que ya no diferencia está en el nirvana'

Creo que el Reino es algo similar."

El tono ligero de algunas páginas no debe engañar sobre la seriedad de lo que se cuenta. Me ha parecido un libro humano y necesario, donde se analiza racionalmente, y desde una encomiable posición alejada de todo dogmatismo (tanto ateo como creyente), el fenómeno religioso, en especial el cristiano, cómo es posible que millones de personas crean en cosas a priori absurdas y contrarias incluso a la naturaleza humana, con comentarios y reflexiones muy interesantes y lúcidas.

"No, no creo que Jesús haya resucitado. No creo que un hombre haya vuelto de entre los muertos. Pero que alguien lo crea, y haberlo creído yo mismo, me intriga, me fascina, me perturba, me trastorna: no sé qué verbo es el más adecuado. Escribo este libro para no imaginarme que sé mucho más, sin creerlo ya, que los que lo creen, y que yo mismo cuando lo creía. Escribo este libro para no abundar en mi punto de vista"


La extensión, la repetitividad, la falta de un hilo narrativo claro, la sensación de que a veces damos vueltas sobre lo mismo, una cierta falta de estructura que hace parecer el libro un poco caótico en su exposición, glosa y reescritura crítica (pero al tiempo subjetiva) del Nuevo Testamento, pueden ser los puntos más bajos de una obra que por lo general se mantiene a buen nivel literario, gracias al oficio del autor, al humor y al mensaje que transmite.

Eso sí, he de destacar que la revisión y traducción a veces dejan un poco que desear, lo cual es más grave tratándose de una editorial de «prestigio» como Anagrama ("Me gustaba, este último capítulo": esta frase con esa coma ahí suena un poco a calco del francés). Ni que decir que los este, ese, solo, etc, que ya no llevan acentos, lo llevan en este libro (¡incluso "eso"!)...

Igual me equivoco pero juraría que toda la vida Pablo era nombrado en español como Saulo de Tarso: aquí lo traducen como Saúl (en hebreo, Shaúl). También hay algún error como cuando se dice que Pablo fue crucificado y Pedro decapitado, ¿no fue al revés?

Página 395
"La tradición, es decir, el inevitable Eusebio, nos dice que Pedro y Pablo murieron en la gran persecución de agosto del año 64. Al primero, en su calidad de ciudadano romano, le cortaron la cabeza, y el segundo habría suplicado que le crucificasen cabeza abajo porque no se consideraba digno de sufrir el mismo tormento que su maestro."

La edición podría haber estado un poco mejor, la verdad, y más teniendo en cuenta lo que cuesta el libro.

En resumen, una obra muy adecuada para dogmaticos de todo jaez, sobre la naturaleza del hecho religioso y las contradicciones del ser humano racional, pero quizás deberían abstenerse los que busquen una trama o una aventura clásica, ya que este es un libro "de pensar" y no una novela.


Algunos fragmentos:
"Lo que sigue es un gran momento de una película de romanos gore. Como los cristianos solían ser gente de medio pelo, no tenían derecho a las muertes nobles: decapitación o suicidio estoico. Las ejecuciones eran en Roma un espectáculo popular. A los que no les habían arrojado  por la mañana a la arena, cosidos con pieles de animales para ser devorados por grandes perros guardianes, los reservaban para la noche, vestidos con túnicas untadas de pez y transformados en antorchas humanas vivientes que iluminaban la fiesta en los jardines de Nerón. Ataban a las mujeres por el cabello a los cuernos de toros furiosos. a otras les embadurnaban el vientre con secreciones de burras para aumentar la excitación de los asnos que las violarían. Suetonio describe que el propio Nerón se disfrazaba de fiera para ir a hostigar a los condenados y sobre todo a las condenadas, desnudas y atadas a postes. De este modo llegó a ser conocido por todos los cristianos como el Anticristo, la Bestia."

"Al lado de los versículos que se contentan con tener mal aspecto, no tardo en encontrar otros que francamente me repelen y contra los que se rebelan mi conciencia y mi espíritu crítico. Me prometo que ésos (sic) no me los saltaré, sobre todo ésos (sic). Me prometo escrutarlos hasta que se me revele su verdad. Me digo: muchas cosas que ahora creo verdaderas y vitales -no "que creo": que sé que son verdaderas y vitales-, pocas semanas antes me habrían parecido grotescas. Es una buena razón para dejar mi juicio en suspenso y, con respecto a todo lo que me resulta hermético o que incluso me choca, para decirme que comprenderé más tarde si se me concede la gracia de perseverar. Entre la palabra de Dios y la comprensión, lo que cuenta es la palabra, y sería absurdo por mi parte asimilar sólo (sic) lo que agrada a mis cortas entendederas. No olvidarlo nunca: es el Evangelio el que me juzga, no al contrario. Entre lo que yo pienso y lo que dice el Evangelio, siempre me sería más provechoso elegir al Evangelio."


¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)