lunes, 30 de octubre de 2017

Parece mentira, de Juan del Val

Editorial: Espasa, 2017
Colección: Espasa narrativa
270 páginas
19.90 €
Ebook: 12.99 €

Argumento:

El escritor Claudio Valcárcel relata diversos pasajes de su vida a modo de novela.

Comentario:

Si bien en algunas entrevistas el autor ha comentado que (en la vida real) mantiene un matrimonio abierto con su esposa (Nuria Roca, coautora de varias obras anteriores y a quien dedica esta), en la novela, o autobiografía (el autor no aclara qué partes son reales, o no), no se aborda el tema, aunque sí se habla mucho de mujeres, casi siempre de cuestiones externas como belleza, ropa y cómo se relaciona el protagonista con ellas en términos de sexo e infidelidad (no es capaz de ser fiel a ninguna).

Además de su matrimonio con la exitosa pintora Julia Ferrer (supuesto alter ego de Nuria Roca), cuya relación no es tan morbosa como parecen sugerir las declaraciones de ambos, también se mencionan relaciones con otras mujeres, desde la primera novia hasta la mujer más mayor con la que ha estado, las recurrentes visitas a Elisa, una prostituta, o la sesión de tantra con Elena, aquejada de anorgasmia, en presencia de Irene, su «profesora».

Sin embargo, más interesantes que estos pasajes (supuestamente) morbosos, son relatos como la estancia de Claudio en el manicomio («A los manicomios ya no se los llama así, sino hospitales psiquiátricos o unidades de internamiento. No es importante el nombre, pero yo prefiero llamarlo manicomio porque suena peor.»), las conversaciones con Cosme, el psicólogo al que acude, o la compleja relación con sus progenitores y demás familiares (hermano, hermana y cuñado).

Hay también momentos emotivos, duros, profundos, que en ocasiones pueden resultar crueles por su sinceridad (la mencionada estancia en el manicomio, la pérdida del padre) alternados con anécdotas de la vida laboral de Claudio y su desparpajo para medrar desde llevar una carretilla llena de hormigón en una obra a trabajar en el diario El Independiente como periodista taurino, escribir novelas con seudónimo femenino o, más tarde, sus propias obras.

En lo formal, la historia está bien redactada, en una primera persona cercana y convincente, con capítulos cortos, la mayoría de ellos acabados con el resumen de la conclusión a la que llega el protagonista a partir de la anécdota que cuenta. Mantiene el interés y la «intriga» al aparcar un tema y no recuperarlo hasta varios capítulos después, «resolviendo» las situaciones en varias entregas.

Sin embargo, le falta cohesión, sentido, a lo que se cuenta, y acaba sin una sensación de final, de conclusión, como si no hubiera un motivo para reunir todos esos relatos autobiográficos del protagonista, lo que deja la narración coja, a falta de algo que el autor no ha sabido, o querido, incluir, quizá por cómo admite escribir sus obras:

«Yo escribiendo jamás he sabido dónde quería ir. Es algo que, por lo visto, no es muy frecuente en los autores de novelas, que saben cómo empieza y cómo va a terminar su libro. Yo no sé ni siquiera lo que voy a escribir cada día que me levanto. Empiezo a escribir y, a medida que aprieto teclas, la escritura me va llevando hasta el punto de que yo mismo me sorprendo cuando se me ocurre algún giro argumental.»

En resumen, «Parece mentira» es una novela de lectura fácil y amena, beneficiada por la brevedad de sus capítulos, la ligereza de la narración, un protagonista que, con sus luces y sombras, consigue que se empatice con muchas de las situaciones que narra, aunque no responda del todo a o cómo se la publicita (¿morbo?): «Una novela que  encantará a las lectoras, en la que la sinceridad es ¿absoluta?, y el morbo, incuestionable.»


Citas:

«No tengo el hábito de leer, ni siquiera demasiado interés. No estoy orgulloso de ello, simplemente es la verdad. Cuando me «colé» como un intruso en el periodismo hice el esfuerzo de leerme algunos libros, casi todos de toros, y desde entonces no he llegado a la media de un libro al año y creo que estoy exagerando. Me lo he pensado mucho a la hora de desvelar que soy un escritor que no lee, porque soy consciente de que esto puede molestar a otros colegas y que alguno lo utilizará en mi contra. Y quizás tampoco le guste a buena parte de los lectores, sobre todo a esos que creen que cuanto más se lee, mejor se piensa. A la gente le acompleja no leer, a mí me ha pasado durante mucho tiempo. Pero el caso es que conozco lectores empedernidos que como personas carecen de interés. Es más, las que continuamente explican el mundo a través de referencias literarias me provocan cierto rechazo. Es una manía que reconozco. La lectura es una afición más, una forma de entretenerse como otra cualquiera. Yo veo la tele, escucho mucho la radio y veo películas y series con frecuencia. He visto mucho cine y de todo tipo, salvo de ciencia ficción y de miedo. Ninguno de esos dos géneros me interesa lo más mínimo. Las de ciencia ficción porque me dan igual los meteoritos, que se acabe el mundo, las naves espaciales, que en el futuro vayamos a otros planetas o que seamos capaces de teletransportarnos. Me aburre. Y las de miedo no me gustan por el simple motivo de que me dan miedo… La lectura está sobrevalorada, iba diciendo. Y los escritores, os confieso, son en general gente bastante aburrida. Es una obviedad decir que no todos, pero muchos de los que conozco viven siempre demasiado pendientes de su ego como para tomarse en broma. También están los escritores que interpretan todo el rato el papel de escritores, tan tópicos y previsibles. Impostando una falsa profundidad, representando el papel de seres sensibles, aunque no sean más que unos cursis. Se inspiran bajo la lluvia de París y son tan pedantes que les gusta más Brooklyn que Manhattan. Se los reconoce porque suelen hacerse fotos apoyando su barbilla en dos dedos de su mano engañando a la cámara con una falsa mirada penetrante. Me hacen muchísima gracia.»

***T***



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lunes, 23 de octubre de 2017

Eva (Falcó 2), de Arturo Pérez-Reverte

Eva 
Arturo Pérez-Reverte
296 páginas
Editorial Alfaguara

Argumento:

El espía Lorenzo Falcó tiene una nueva misión. En este caso, hacerse con el oro depositado en cierto barco republicano en Tánger. Hasta allí se desplazará para enfrentarse a los rojos, entre los cuales está su vieja amiga-enemiga Eva Neretva.

Comentario:

La segunda entrega de las aventuras de Lorenzo Falcó nos ofrece más de lo mismo, aunque, a mi modo de ver, es ligeramente mejor que la primera. Continuamos con el protagonismo absoluto del paradigma del héroe revertiano, hombre sin más ley que la suya, implacable, macho hasta los tuétanos, duro, con un peculiar código de honor de respeto al enemigo, mujeriego, aventurero, desarraigado... 

Lo más destacable es la ambientación y algún detalle de documentación, que el autor introduce bien en la historia. A veces se trata de eso, detallitos, pero que demuestran un trabajo de investigación detrás de la escritura. Esta, por cierto, está bastante en consonancia con la temática de la obra, con una prosa dura, de frases cortantes, lapidarias, limpia y más trabajada de lo que parece a simple vista. Los diálogos, en la línea de los de la anterior novela, pretenden ser ingeniosos, aunque algunos de ello son superfluos y otros rozan lo pedante. Con todo, me han parecido mejores que los de la primera aventura.

El ritmo es bueno, adecuado; aunque diría que la historia en sí es escasa. Muchas de las escenas están solo para caracterización del personaje de Falcó, omnipresente y ubicuo, no para hacer avanzar la acción o el conflicto, que en este caso se resume en saber si cierto barco republicano logrará escapar de un barco nacional durante la guerra civil, en el marco de la ciudad de Tánger (aunque se intuye el final).

Como dije antes, la ambientación, tanto en descripción de lugares como de las ideas está bien lograda, pese al airecillo que desprende a película de espías de los años cuarenta. La estructura es muy cinematográfica, al estilo clásico. 

Entre las cosas que no me han gustado, por sobrantes, la obsesión del autor en mostrar al personaje en un montón de lances amorosos/sexuales para dejar bien clara su cualidad de macho irresistible, seductor, pero caballero a fin de cuentas... Si estas relaciones aportaran algo a la historia podrían encajar, pero la gran mayoría son innecesarias. En una novela de  trescientas páginas se tira mínimo a cuatro mujeres distintas, y repito, casi siempre sin relación con la trama. Prácticamente todas las mujeres que aparecen están sexualizadas y son o han sido amantes del protagonista.

A este respecto, también sobran las escenas iniciales de presentación, donde vemos el conflicto de celos entre Falcó y el marido de Chesca, una de sus amantes, que luego no aparece más ni tiene nada que ver (a no ser que esto se recupere para otras entregas). 

Ni que decir que Falcó es el único personaje con cierto fondo, aunque el autor repite sus tres o cuatro características varias veces en forma de pensamientos (o a través de sus tics, sus marcas de cigarrillos y otros objetos, etc), de forma que llega a ser un poco repetitivo (y sin cambio real). 

Es curioso que el personaje de Eva, que da nombre a la historia, apenas aparece, y es descrito con frialdad, como todo lo demás, limitándose a ejercer el rol de interés romántico y rival en una especie de relación sadomasoquista con Falcó donde no faltan reproches políticos e ideológicos. Yo esta relación no la comprendo, pero seguro que tiene su romanticismo.

Algunas escenas de acción me han resultado muy confusas, como una de casi el final, un tiroteo, donde no se sabe muy bien qué pasa. 

El autor, a través de su personaje, hace algunas reflexiones acerca del sin sentido de las ideologías que llevan a matarse entre hermanos, y resalta la unión de los españoles, a pesar de sus rencillas. Naturalmente, también alaba el honor y los buenos valores clásicos, los de los caballeros y tal.

En resumen, una novela que mejora a su antecesora, ambientada en un lugar exótico y literario como Tánger, más destacable por el envoltorio que por el interés de la acción o por la enjundia de sus ideas, entretenida, ligera, aunque quizás algo manierista y artificiosa, como buena película de cine clásico, llena de humo, hombres "de verdad" y femmes fatales.


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lunes, 9 de octubre de 2017

Origen, de Dan Brown

Origen
Origin
Dan Brown
Traductor: Aleix Montoto
Editorial Planeta
640 páginas

Argumento:

El profesor Langdon es invitado por un ex alumno suyo a una presentación en el museo Guggenheim de Bilbao, durante la cual desvelará un secreto que cambiará el mundo y mandará a la porra a todas las religiones (básicamente, lo mismo de todas las novelas de Dan Brown).

Comentario:

Lo primero que he de decir de esta novela es que se trata sin duda de la peor del autor, al menos para mi gusto. No solo el argumento carece de atractivo sino también la trama es débil y casi una tomadura de pelo.

Creo que Dan Brown tiene un problema no resuelto con la religión, ya que prácticamente todas sus novelas  tratan de lo mismo: alguien descubre algo que puede poner en duda los dogmas religiosos establecidos. Sin embargo, después de revelarse el misterio nunca pasa nada de lo que todos temen. En relación con esto, llama la atención que el profesor Langdon parece no recordar nunca sus anteriores aventuras y las consecuencias que de ellas se derivan (el final de "Inferno",  por ejemplo. Quien lo haya leído sabe a qué me refiero...).

Langdon resetea al final de cada libro, así como su mundo imaginario. Teniendo en cuenta que ese es un personaje de cartón piedra dentro de un bestseller, esto podría casi obviarse, pero llama la atención y pone demasiado al descubierto el carácter artificioso de la narrativa. Casi risibles a estas alturas  las interrupciones de la acción cuando se está a punto de "revelar" el misterio, cosa que siempre se pospone (y, además, algunos personajes se guardan información de manera obvia, burlándose del lector en la cara).

Destaco la cantidad de escenas sobrantes que hay en la novela, que derivan de subtramas desconectadas entre sí y que bien podrían eliminarse sin afectar casi a la historia. Bueno, digo historia por decir, ya que esta es muy tenue y difusa y se podría resumir en: un hombre parecido a Steve Jobs quiere acabar con las religiones con un vídeo, pero un grupo de fanáticos religiosos lo quiere impedir. Y al lado, la intriga palaciega-culebrón de una corona española bastante irreal, sin relación apenas con lo primero y que sirve para meter la parte "ideológica" de la novela. Todo lo demás, secta de clérigos de todas las religiones, secta de ultras católicos del Palmar de Troya, historia del almirante Ávila... sobra. Y no exagero, no, sobra literalmente.

Las escenas, además, se alargan hasta la extenuación, con la creación y explotación de un único misterio, en localizaciones "emblemáticas" meramente decorativas, pero que se ve a leguas se indican solo para cuando haya que hacer la película y esta quede lucida.

Así pues vamos pasando por lugares como la abadía de Montserrat, el museo Guggenheim, el Palacio Real de Madrid, la Catedral de la Almudena, el Valle de los Caídos, el Escorial, la Sagrada Familia, la Casa Milá, etc, etc... Pero el autor no logra sacar el menor partido de estos monumentos. Dejando aparte la descripción del museo Guggenheim, que es algo más "literaria", el resto se despacha con una introducción al inicio de capítulo que parece extraída de un folleto turístico o de la wikipedia mismamente, auténticos copia-pegas. Por cierto, casi un tercio de la novela se la pasan en el Museo Guggenheim de Bilbao. ¡Increíble! Y más teniendo en cuenta que ahí solo acontece un punto de giro relevante.

Algunas de las características de las novelas de Dan Brown están o ausentes o diluidas en esta obra. Por ejemplo, la acción brilla por su ausencia, así como la famosa resolución de enigmas o interpretación de simbolismos (debe de haber como mucho, uno o dos enigmas). Es decir, incluso las señas de identidad más danbrownianas se han perdido por el camino en esta anodina historia que supuestamente trata del conflicto entre religión y ciencia. Qué mala manera de tratar un tema interesante. Lo que podría haber sido profundo se convierte en una tontería insulsa en la cual incluso la gran revelación que va  a terminar con todas las creencias religiosas es algo conocido y que en verdad no afecta en nada a quien sea creyente. Dan Brown debe de creer que sus lectores son tontos e incultos. Y curiosamente, lo único que de veras sería impactante para el mundo de su novela, la existencia de una inteligencia artificial con plena autonomía, es considerado como un adorno.

Los personajes, Langdon incluido, son meros nombres, instrumentos vacíos de alma y contenido, monigotes que hacen cosas sin motivación solo porque el dios Dan así lo quiere. Ni siquiera les acosa el peligro; actúan porque sí y del modo más absurdo posible. Volviendo a Langdon, supuesto protagonista de la obra... es que aparece poco y carece de personalidad. Dan Brown pone tantos personajes con punto de vista que parece una novela coral. Hasta el conductor de Uber tiene punto de vista. Y casi todos son prescindibles, por supuesto. ¿Para qué es necesaria la presencia de Ambra Vidal como compañera de aventuras de Langdon? ¿Solo para que en la peli haya una mujer "hermosa"? Mención aparte para el personaje del "sicario" de turno, que en este libro es un almirante (vestido de almirante) que mata con un rosario convertible en pistola y hecho con  una impresora 3D, de ideología carlista (¡canta la Marcha de Oriamendi!), y que actúa a las órdenes del antipapa del Palmar de Troya, todo muy lógico y creíble.

El retrato de la monarquía española pertenece a un mundo paralelo sin duda. Si Dan B. fuera español entendería que es IMPOSIBLE que el príncipe heredero pida la mano de su prometida puesto de rodillas en un programa de entrevistas matutino en la televisión. También entendería que España no es un país tan anticuado como refleja en su obra, dominado por la religión y el franquismo (bueno, esto último podría conservar sus reductos, pero lo del carlismo, eso sí que es fuerte), y que a los reyes los protegen los policías y otros cuerpos de seguridad y no solo  la Guardia Real.

Con todo, los inquietantes comentarios sobre el franquismo, el Valle de los Caídos y la transición española son lo único interesante o llamativo de esta novela. Es un poco penoso que la imagen de España en el extranjero sea la que se ve en el libro. Pero también es verdad que plantea debates que en España resultarían "problemáticos", como qué destino darle al Valle de los Caídos. Dan nos aporta una solución "conciliadora"...

En resumen, una novela sin historia, con una premisa usada y una resolución de misterio muy pobre y anticlimática, personajes huecos, subtramas sobrantes y escenas infladas para hacer bulto... Solo para fans muuuuuuuy devotos de D.B. (muy devotos, pero mucho).

 Fragmentos escogidos:

Durante siglos, el legado de los Reyes Católicos había supuesto el centro moral de España. En los últimos años, sin embargo, esos cimientos religiosos parecían estar agrietándose y España se encontraba en medio de un violento tira y afloja entre lo antiguo y lo moderno.

El compromiso matrimonial del príncipe con Ambra Vidal no había hecho sino alimentar su preocupación. Esta mujer no sólo era vasca sino que además era una agnóstica declarada y, cuando fuera reina consorte de España, sin duda tendría influencia en las decisiones que tomara el rey en cuestiones de Iglesia y Estado.

 Además de sufrir una brecha religiosa cada vez más profunda, España se encontraba asimismo ante una disyuntiva política. ¿Mantendría el país su monarquía o sería ésta abolida para siempre como en Austria, Hungría y tantos otros países europeos? Sólo el tiempo podría decirlo. En la calle, los antiguos tradicionalistas ondeaban banderas de España, mientras que los jóvenes progresistas llevaban con orgullo los colores púrpura, amarillo y rojo de la vieja bandera republicana. «Julián va a heredar un polvorín.»

 «¡Apostasía!» se había convertido en el grito de guerra de la juventud progresista española. «¡Renunciad a la Iglesia!»
Cruel, violento e intransigente, Francisco Franco se había hecho con el poder con la ayuda militar de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. Mató a miles de oponentes antes de tomar el control del país en 1939 y proclamarse a sí mismo caudillo, el equivalente español del Führer. Durante la guerra civil y los primeros años de la dictadura, aquellos que se atrevieron a oponerse a él desaparecieron en campos de concentración (donde se estima que fueron ejecutadas unas trescientas mil personas).
Franco, que se consideraba defensor de la «España católica» y enemigo del comunismo impío, ostentaba una mentalidad rigurosamente machista que excluía de manera oficial a las mujeres de cualquier posición de poder en la sociedad y apenas les daba derechos académicos, judiciales o bancarios, además de impedirles incluso el derecho a abandonar a un marido abusivo. Prohibió todo matrimonio que no se celebrara de acuerdo con la doctrina católica y, entre otras restricciones, declaró ilegales el divorcio, la contracepción, el aborto y la homosexualidad.
Afortunadamente, ahora todo había cambiado


Sobre el Valle de los Caídos:
 —Demoler esta basílica —prosiguió el monarca— sería fingir que nuestra historia no ha existido. Sería una manera fácil de seguir nuestro camino, convencidos de que es imposible volver a tener otro dictador. Pero ¡no es así! Lo tendremos si no estamos alerta. Seguramente conoces las palabras de nuestro compatriota Jorge Santayana... —«Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo»

 —Exacto —contestó su padre—. Y la historia ha demostrado en repetidas ocasiones que siempre habrá lunáticos deseosos de hacerse con el poder, en sucesivas oleadas de nacionalismo agresivo y de intolerancia, incluso en lugares donde tal cosa habría parecido imposible. —El monarca se inclinó hacia su hijo, y el tono de su voz se volvió más intenso—. Julián, hijo mío, pronto ascenderás al trono de este maravilloso país: un Estado moderno y en constante evolución, que como muchas otras naciones ha atravesado períodos oscuros, pero ha salido nuevamente a la luz de la democracia, la tolerancia y el amor. Sin embargo, esa luz se apagará si no la usamos para iluminar las mentes de las generaciones futuras.


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martes, 3 de octubre de 2017

El final del hombre, de Antonio Mercero

Editorial: Alfaguara, 2017
416 páginas
18.90 €
Ebook: 9.99 €

Argumento:

Recién obtenido el DNI que reconoce su identidad de género, y a punto de contárselo a quienes la rodean, la policía Sofía Luna recibe el encargo de investigar el asesinato de Jon Senovilla, hijo de un famoso autor de novela histórica.

Comentario:

En una novela de misterio hay varios factores importantes, entre ellos que el misterio sea interesante y esté bien desarrollado, algo que se cumple en «El final del hombre». El autor consigue crear varias tramas y hacer que fluyan con eficacia durante una investigación que descarta sospechosos o los retoma según se les interroga y se comprueba lo que cada cual pudo hacer, o no.

Se logra también mantener el verdadero motivo y culpable en segundo plano durante la mayor parte de la novela, permitiendo múltiples especulaciones y posibilidades, sin llegar a engañar. Se dan pistas, a veces equívocas pero coherentes con la identidad del personaje que comete el crimen. Quizá podría cuestionarse cómo decide la protagonista quién ha sido, cómo y por qué, algo que tal vez no podría probar más allá de su opinión, aunque después de aporten pruebas más tangibles.

Los personajes son interesantes, distinguibles por varias características, desde tics a problemas personales, desde el grupo de policías que investiga el asesinato a los sospechosos de haberlo cometido. Quizá hay demasiados puntos de vista (además de Luna intervienen también policías y sospechosos), lo que puede dispersar el interés, dando rango de protagonismo similar tanto a personajes que podrían calificarse de secundarios  (el capítulo dedicado a Crury) como a quienes realmente llevan el peso de la historia.

Curiosamente es la protagonista, Sofía Luna, quien puede decepcionar, al centrar su retrato en cómo aceptan, o no, quienes la rodean (familia, amistades, trabajo) su reasignación de sexo, un personaje poco habitual, tratada de forma un tanto tópica y previsible, aunque quizá realista, y evitando dotarla de otros matices. Así mismo llama la atención que tanto el narrador (autor) como la propia Sofía, se refieran a ella en masculino varias veces o que, tras reivindicar que al vestirse de mujer no va disfrazada ella misma hable de haber ido disfrazada siendo niña:


Capítulo 6
—¿Eso qué es? ¿Una enfermedad que te lleva a disfrazarte de mujer?
—No es un disfraz. Es la ropa que voy a vestir. Soy una mujer.  

Capítulo 8
—¿Ese es tu disfraz? ¿Es así como vas a venir a trabajar?
—¿Te gusta?
Arnedo la miró con más pena que enfado. 
—Es un ejemplo de indisciplina. Yo te dije que no vinieras disfrazado. Has desobedecido la orden de un superior.
—Al contrario, la he obedecido. Me dijiste que no viniera disfrazada y es lo que he hecho. En mi caso, venir vestida de hombre sería venir disfrazada.  

Capítulo 17
Pero Sofía evocó con tristeza la tarde en que su padre le pilló disfrazado de mujer y le arrancó a tirones el vestido, mientras bramaba entre espumarajos de rabia que en su casa las normas de decoro se respetaban.

La novela aborda varios temas de interés además de cómo reciben su familia y colegas el cambio de Sofía, entre ellos los malos tratos dentro del hogar, abuso de poder, culpa y remordimiento, enfermedad etc… entre las cosas que ocultan los personajes y les convierten en sospechosos. 

En resumen, «El final del hombre» es una novela bien redactada, con algo de texto sobrante, un misterio complejo bien solucionado, personajes interesantes y muy entretenida, que mantiene el interés por saber quién asesinó a Jon, y por lo que será del resto de  los protagonistas, hasta el final.


***T***

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